04.

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Estabas en tu habitación siendo iluminada solamente por la tenue luz del velador, tus ojos iban y venían sobre las páginas de un libro de ciencia ficción del que te habías hecho adicta, el silencio y el ocasional golpeteo de hojas chocando en tu ventana te hacían compañía en la oscuridad.

Ya eran pasadas las tres de la mañana, tus viejos dormían plácidamente al otro lado del pasillo en su habitación, vos deberías estar en la misma situación pero considerando que era fin de semana, no tenías responsabilidades para mañana y la probabilidad de que cierta persona aparezca no te hacían pegar un ojo ni por casualidad.

Unos incesantes golpecitos que se comenzaron a escucharse y repetirse mientras vos te perdidas una vez más en tus pensamientos, hicieron que estés alerta. Eran provenientes de la ventana, te levantaste de golpe de la cama quitando el cobertor de encima y te acercaste a la bendita ventana. Con la vista en el marco de la ventana, notaste en el pequeñas piedritas, provenientes del cantero, una vez más estas piedritas colisionaron sobre el cristal y frunciste el ceño.

Bajaste la mirada hacia lo que sería el garaje de tu casa para ver de donde provenían y visualizaste a una mujer, o tenía la pinta de serlo, corta cabellera roja, pollera larga, campera de jean y una especie de chalina cubriendo su cuello.

No ibas a negar que en el primer momento te cagaste toda pero luego cuando la misteriosa dama levantó el rostro y viste realmente de quien se trataba, abriste los ojos de par en par, tu boca no pudo controlarse y largo una claro.

- ¿Lionel?-

Tu novio, sonriente por de más alzó una mano saludándote y te guiño un ojo.

- Hola mi amor.-

Arrastraba un tanto la lengua al hablar, era claro que estaba tomado y como siempre cuando sus amigos, en las mismas condiciones que él o peor, lo dejaban a su suerte, él volvía a su lugar seguro. Por suerte para sus padres y para vos.

- ¿Que haces vestido así?- dijiste tratando de contener la risa, era de conocimiento público en todo el pueblo y más allá de Pujato, que Lionel Sebastian Scaloni era un pendejo sin pudor, un alma que corría con el viento, que se daba el lujo y placer de hacer las cosas que otros capaz veían como una ofensa o peligro.

No había bastado la cantidad de cagadas que se había mandado en la escuela, las expulsiones, las bromas en el barrio y alguna que otra caída en la comisaría del pueblo, que terminaba con el perdón del jefe de policía, gracias a la buena relación que mantenía con el padre del "gringo".

- Abrime y te cuento.- dijo Lionel haciéndote señas con su mano, indicando la entrada de tu casa y se fue corriendo.

Saliste de tu habitación lo más rápido posible, bajando las escaleras de madera tratando de no hacer demasiado ruido y cuando llegaste a la puerta, te tomaste todo el tiempo del mundo para abrir silenciosamente.

Un cuerpo fornido, más allá del payasesco disfraz, se presentaba frente a vos, con esa sonrisa pícara y ojos oscuros, que tanto te hacían enloquecer.

- Hola.- dijo y no hizo más que dar un paso hacia adelante, tomar tus entre sus manos tu rostro y besarte.

Si, había chupado y de lo lindo, el gusto a cerveza y demás alcoholes se le sentía en la boca pero no te importaba mucho eso, cuando te estaba prácticamente devorando en la puerta de tu casa vestido de mujer.

VESTIDO DE MUJER.

Hiciste de su campera un puño entre tus manos y con la fuerza, casi nula que tenías, lo tironeaste hacia adentro de tu casa, cerrando la puerta en el proceso.

- Hola...- murmuraste sobre su boca, dejaste un corto beso y lo escaneaste de pies a cabeza como mirada divertida.

- ¿Porque estas vestido como una mina?-

delirios - scaloni & aimarWhere stories live. Discover now