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No podés evitar sonreír ante la escena frente a vos, Lionel dormido sobre la mesa del comedor con el juego de mate y unas medialunas, hechas por tu cuñada, a su lado. Cautelosa tomas el celular, en el bolsillo trasero de tu jean y le sacas una foto, que luego le mostrarías divertida.

El pujatense sostiene en la palma de su mano la cabeza, con el cuerpo encorvado hacia un costado y los ojos cerrados, completamente tranquilo, sin ser perturbado por lo fuerte que está el volumen de la televisión a pocos metros. En el canal de deportes pasan una y otra vez, todo el trayecto de la selección nacional en el mundial, los festejos en todo el país y la calurosa caravana.

Lali y Chiche dormían la siesta como era de costumbre, mientras que Corina, se encontraba acomodando la habitación donde antes dormía su hermano, ya que hacía un buen rato que lo habían visto dormitarse ante el poco descanso que había tomado desde que llegó al pueblo. Por ese motivo, venías a avisarle pero lo que menos esperabas era encontrarte con este adorable escenario.

Te acercas a él cautelosa, pones una mano sobre su hombro y suavemente, para que no se asusté, lo moves para que se despierte.

- Amor.-

Hablas con calma, él abre de golpe los ojos al oír tu voz y enseguida con la mirada busca tu rostro, se recompone sentándose un poco más derecho y pasa las grandotas manos que posee por su rostro.

- ¿Que paso?- dice intentando despabilarse lo más rápido posible.

Se miran a los ojos, posee un brillito especial en ellos que te hace enternecer de más. Sonreís con labios sellados y acaricias con tu mano su cuello. Él disfruta de ese contacto de su piel con la tuya y tira su cabeza un poco más hacia atrás, te sonríe con ojos achinados.

Completamente embelesada por el hombre frente a vos, fruncís la boca y acercas tu rostro para dejarle un corto beso en sus labios, te alejas y lo ves con una sonrisa más ancha en su rostro entrado en años, pero con el fuego de un adolescente vivido en sus ojos oscuros.

Cómo si de un imán se tratarán, Lionel recarga su cuerpo hacia un costado, buscando el calor de tu cuerpo y deja su rostro chocar contra tu abdomen.

- Cori te tendió la cama.-

Pasas tu mano por su cabello, en un acto totalmente natural, pasa uno de sus brazos por tu cintura, abrazándote cuál niño a su madre y lo oís murmurar un tanto ronco.

- ¿Hay gente todavía?- dice alzando su rostro hacia arriba observándote.

Negas, sonriéndole con labios sellados.

- Ya salí hablar y les pedí que pasen a la tarde.-

- Pero podía aguantar una horita más.- dice haciendo una mueca de disgusto, la cual te causo más gracia que otra cosa.

Desde que habían llegado a Pujato, el dt no había descansado un solo día, no solo por la euforia que mágicamente luego de una temporada repleta de ansiedad logro sacar a flote gracias a la coronación como campeones del mundo, sino también por la gente que lo esperaba fuera de la casa donde se encuentran ahora.

La gente del pueblo sabía más que bien donde se quedaba Lionel Scaloni en temporada de visitas a la Argentina y está no era la excepción para cambiar de locación.

Así que cuando terminó la eufórica caravana en Buenos Aires y fueron directo al pequeño pueblo santafesino, ahí estaba la pequeña masa pujatense. Esperando por su hijo pródigo, el cual nunca se olvidó de sus orígenes y siempre se encontró abierto a dar un autógrafo o tomarse una foto con las personas que lo admiraban por su laboriosa carrera y consagración.

Había gente de Casilda y otros pueblos aledaños, algún que otro loco que se había venido de Buenos Aires a conseguir inmortalizar su encuentro con el dt pujatense pero sobre todo, mucho amor del hincha promedio de la selección. A tal punto, de que con la familia organizaron un horario en la mañana y otro en la tarde, para que Lionel pudiera firmar autógrafos, tomarse fotos o enviar saludos en formato de video para la gente que lo esperaba en la esquina ahora más concurrida de Pujato.

delirios - scaloni & aimarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora