11.

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Los primeros rayos mañaneros de sol comienzan a entrar por la ventana de la habitación, chocan sobre tu rostro y el cantar de los pájaros que se escucha a lo lejos, te hacen abrir lentamente los ojos. Con una de tus manos palpas a tus espaldas, buscando la presencia de alguien pero no la encontrás, extrañada te das vuelta y corroboras que no está tu pareja acostado a tu lado.

Sino que esta de espaldas a vos, de pie y a unos pocos metros de distancia, recargado sobre la cuna que estaba en una esquina de la habitación.

Lentamente te levantas, aún con cierto malestar en el cuerpo debido al nacimiento reciente de la bebé, te pones un suéter encima del pijama por el frío y te acercas silenciosamente hacia él.

- Amor.- decís en un susurro, abrazándolo y apoyando tu mejilla sobre su espalda.

Tus manos que estaban por encima de su abdomen son acariciadas por las suyas. Besas su espalda y te soltas de él, ahora poniéndote a su lado. Él gira su rostro y te deja un beso corto pero muy dulce sobre la boca. Se aleja de vos y vuelve su vista a la cuna, donde descansa plácidamente una pequeña bebé de días de recién nacida.

- ¿Paso algo?-

Preguntas con un dejo de preocupación. Él niega tranquilamente. Inconscientemente sabías que si algo anormal ocurría, Lionel ya te hubiera despertado hace un buen rato pero no podías evitarlo, eras madre primeriza.

- La estaba viendo dormir no más.-

Dice obnubilado por su hija, viendo como su pequeño cuerpito sube y baja con cada respiración, como sus largas pestañas, heredadas de él, le cubren los ojitos y esa trompita en forma de pucherito se mueve inconsciente, soñando vaya a saber qué.

Volteando unos segundos para observar al padre de la criatura en cuestión, no podes evitar emocionarte al ver su rostro.

- Es un angelito.- dice con brillo en sus ojos.

La bebé muy favorablemente no tenía el sueño entrecortado por ende, sus recientes noches con la infante habían sido en alerta pero mucho menos agotadoras de lo que se esperaban.

Ante ese pensamiento en tu cabeza, le preguntas curiosa.

- ¿Desde que hora estas despierto?-

Te mira una vez más fugazmente y te contesta quitándole importancia, fingiendo demencia a que hacia más de una hora que estaba viendo a su hija dormir.

- Hace un ratito, ¿dormiste bien?-

Asentís varias veces y ambos ven con cautela, como la gordita en la cuna se retuerce buscando una posición más cómoda, poniéndose boca arriba, con sus extremidades extendidas cual estrella de mar.

- Re bien... ¿vos?- susurras divertida ante la imagen enfrente tus ojos.

Pasa una mano por tus hombros y te acerca hacia su cuerpo, con tu rostro apoyado sobre su pecho, él te da un beso sobre la cabeza y murmura por lo bajo.

- También... es tan chiquita.-

Pasa su mano libre por tu pelo acomodándolo detrás de tu oreja, vos con tu rostro aún sobre su pecho sonreís, hacia alrededor de una semana que el pujatense estaba en una nube de ensoñación con su hija. Y no era menos, era su primera nena, acostumbrado, quizás a lo naturalmente salvaje que solían ser sus dos hijos varones, esta bebé parecía ser todo lo contrario.

- Y hermosa.- decís por lo bajo, orgullosa de la creación de ambos.

En efecto ese pequeño ser durmiendo plácidamente, sobre la cuna frente a su cama, era la muestra del más grande amor que se tenían el uno al otro. Tan buscada y esperada. Y ahora ahí entre ustedes, dándole otro sentido a sus vidas.

delirios - scaloni & aimarWhere stories live. Discover now