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Pones tus manos sobre su pecho y lo empujas para que caiga de espaldas, sobre el sillón que se ubica en la habitación que comparten ambos. La luz es tenue, gracias a la lámpara que descansa junto al mobiliario en el que está recostado, ahora un Aimar sorprendido ante tu fuerza.

- Apa, estamos apurada.- dice con diversión, apoyando ambos brazos extendidos sobre el respaldo del sillón.

Te pones de rodillas entremedio de sus piernas, con tus manos subís fugazmente por sus piernas, hasta llegar a la cintura del short deportivo que lleva y tironeas hacia abajo.

- Muy...-

Decís jadeante, más caliente que hierro al fuego. Quizás era porque estabas ovulando, te había tratado como una reina durante toda el día o esas miraditas que te dió entre góndolas mientras hacían la compra semanal en el supermercado. Daba igual, el hecho era que no aguantaste ni dos segundos a que entraran a la casa para abalanzarte cuál felino a su presa y él obviamente, no se resistió para nada.

Pablo levanta sus caderas, para que puedas bajarle el short y lo haces pero junto con el boxer. Sonreís al ver qué su miembro ya se encuentra algo erecto, debido a las guarangadas que insinuaste durante la vuelta en su auto y los besos que repartiste en su cuello mientras subían las escaleras.

De rodillas te acercas un poco más a su anatomía, con tus codos apoyados sobre sus muslos, tomas entre tus manos su pene y comenzas a masturbarlo. Tu mano sube y baja por su longitud, sacándole varios gemidos que te hacen mojarte al instante y cuando vez que una capa de pre semen está lubricándolo, hace acto de presencia tu boca.

Primero pasas tu lengua desde la base hasta la cabeza, el rio cuartense contrae su abdomen y no puede evitar sentir espasmos, sus manos ahora están corriendo tu cabello pero no te incita a nada aún. Chupas su cabeza y lo oís putear, entonces metes de prepo toda su longitud en tu boca, Pablo jadea sonoramente. Volves a repetir está acción dos veces, hasta que tu garganta asimila su tamaño y lo metes una vez más en tu boca para ahora, subir y bajar a su alrededor.

Miras a Pablo a los ojos porque sabes que el contacto visual es algo que le encanta en estás situaciones y él solo atina a entreabrir su boca para jadear. Posa su mano en tu cabello sujetandolo en una cola, te observa y vos asentís. Entonces con tu consentimiento, levemente comienza a guiarte con su mano y hacer movimientos más rápidos.

Podés sentir que con cada movimiento de tu cabeza, él da una estocada y se acerca más a su orgasmo, por ende te esmeras más para que está experiencia sea maravillosa. Pero Aimar tiene otros planes y cuando parece que va acabar dentro de tu boca, te detiene.

- No, no para... para que te quiero...- dice entre jadeos, cuando vos intentas retomar tu tarea.

Y al entender que es lo que quiere, sonreís divertida y con su miembro en tu mano le das una lamida a su longitud antes de murmurar inocentemente.

- ¿Me querés llenar toda de le...?-

No alcanzas a terminar la oración que te toma de un brazo, se levanta del sillón y te pone de pie.

- Sos una atrevida pendeja.- dice arrastrándote con él, hacia la cama que se encuentra a cortos pasos de ahí.

Una vez sentado en el borde de la cama tironea hacia arriba el comienzo de tu blusa, haciendo que levantes los brazos y te la quite en un parpadeo.

- Sácate esto y esto... esto también.- dice bajando hasta el suelo tu pantalón de jogging, desabrocha tu corpiño habilidosamente con una mano y rasga con brutalidad la tanga de encaje que llevabas puesta.

Una vez en bolas frente a él, con besos de por medio y alguna manoseada, Pablo se tira de espaldas sobre el colchón, su erección rebota contra su abdomen y no podés evitar sentir que se te hace agua la boca otra vez. Recostado sobre la cama, de piernas abiertas y su miembro erguido te espera sonriente el campeón de América.

delirios - scaloni & aimarWhere stories live. Discover now