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- Se van a quemar tarado.-

Se queja la joven frente a vos al ver el humo que comienza a desprender la sartén sobre la hornalla que "controla" el otro joven a su lado despreocupadamente. Sonreís divertida al ver a tu amiga entrar en crisis por no poder ser ella la encargada de la situación y a tu amigo, ya un tanto hastiado de que le den órdenes.

- Sos una exagerada.- dice el chico dando vuelta el seudo pancake con una espátula y señalándole con el mentón, el dorado perfecto que había logrado.

Reís recostada sobre la mesada observando toda la escena, ya que no tenías ninguna intención en involucrarte, eras un desastre en la cocina. De a ratos chusmeas tu celular y te colgas en alguna de las apps que tenés descargadas.

Había sido una semana un tanto agobiante para los tres, repletas de parciales y sus trabajos que no le daban un descanso, entonces cuando los tres pudieron darle fin a la rutina y disfrutar del fin de semana, optaron por juntarse. Primero irían a un bar, luego se dieron cuenta de que preferían la comodidad de un hogar y optaron por merendar juntos, con unos pancakes de por medio. Culpa tuya que viste un tiktok y los tentaste.

- Hay que dejar que se doren un poco más así están bien cocidos.-

Miras el pancake que está hace unos cuantos minutos sobre la sartén y alzas una ceja.

- Eh tiene razón...- decís sonriendole divertida señalando hacia la sartén.

Tu teléfono vibra interrumpiéndote y dejándote de cierta manera shock.

Estás en tu casa?

Había respondido tu historia, lo sabías porque hacía un buen tiempo que tenía ese modus operandi, no te seguía ni daba likes a tu publicaciones pero respondía o reaccionaba con corazoncitos. Viejas eran las épocas en que esos corazones era reemplazados por fueguitos, comentarios subidos de tono y alguna que otra foto que solo se podría ver una vez. Ahora solo se reducían a eso, además que en esas épocas, Pablo y vos mantenían una relación muy lejana a lo que eran ahora, amigos.

No podías negar que aún algo en vos te afectaba su presencia pero intuías que en la de él también, sino hubieran roto lazos hace ya mucho tiempo y fingirían demencia en que nunca se conocieron.

Sin delatarte en que tu ex te había escrito, articulas una excusa mientras desbloqueas el celular y entras a la app.

- Yo carbón no quiero comer.-

La voz de tu amigo retruca a los segundos con un comentario, que quizás en otra persona te molestaría pero viniendo de él y lo mucho, pero mucho que se conocían te causo gracia.

- Pero te has comido cada cosa vos, mejor cállate.- dice encontrando tu mirada estupefacta y le arrojas el repasador que hay sobre la mesada.

- ¡Ah sos un hijo de puta!-

Tu otra amiga se ríe a carcajadas y él te tira un beso por el aire que vos no aceptas, fingiendo enfado.

- Te amo.-

Rodas los ojos y tanto ellos como vos, vuelven a sus respectivas acciones. Una conversación sobre una ex amiga que ahora estaba embarazada se hace eje entre los tres jóvenes, tratando de concentrarte en ambas situaciones entras en el chat que tenés con Aimar, está activo.

Efectivamente respondió la historia en la que estás dentro del baño de tu amigo tomándote una selfie, muy de entre casa pero sin dejar de bebotear inocentemente. En parte, vos también lo buscabas, no ibas a decir que no pero tampoco era el único que andaba atrás tuyo. Que fuera casi único era otra cosa.

Porque si algo había hecho Pablo Aimar en tu vida fue marcarte a fuego para la eternidad.

Rápidamente sin que tus amigos duden en porque no intercambias comentarios con ellos respondes.

delirios - scaloni & aimarWhere stories live. Discover now