Capítulo XLIII: Sin la mente en el juego.

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"Eres tonto."

"Estoy segura de que abuela te odia."

"Eres adoptado."

"¿Estás cerca? Te extraño."

Esperé a que respondiera, observando el teléfono inmutablemente, cuando un escrito diciendo que Aaron estaba escribiendo apareció en la pantalla, y al segundo siguiente me llegó.

Un emoji de popo.

Rodé los ojos, bufando.

Luego de una mañana presentando pruebas y asistiendo a clases, había estudiado otra materia en mi habitación por algunas horas y aprovechado de conversar un rato con Hardcox. En el equipo entrenaban con más intensidad, lo que no me permitía ver totalmente a Harry, Maggie o Louis mientras el entrenador Maloney gritaba con su silbato. El partido con los Águilas sería el inicio; no formaría parte del campeonato, el cual arrancaría apenas retornemos de vacaciones, pero ambas escuelas presuponían que sería interesante hacer un amistoso para estimular las apuestas. Melbourne no procuraba perder el orgullo, así que los ejercicios estaban más severos y la publicidad para ambos eventos, el juego y el baile, parecían estallar en cada esquina de la academia.

El pensamiento de que alguno de mis amigos conociera a Hardcox me hacía rebosar de nervios, porque lo hacía ver más cercano. Maggie estaba saliendo con Cameron cuando salíamos así que no tenía idea de cómo funcionaba Dating Who, la personalidad de Louis era distinta y la duda de que Harry fuese Hardcox seguía presente, pero resultaba tan estúpido de pensar que lo desechaba inmediatamente. Él no había mencionado nada de la página, y honestamente no podía ver a Harry como una persona de libros.

Aunque dijo ser un gran fanático de Harold Bloom...

Una corneta se escuchó en la calle, induciendo que alce mi mirada al tiempo en que vislumbraba a Aaron en el auto rentado. Una risa nasal escapó de mi boca, negando tenuemente cuando pensé que en efecto estaba perdiendo la cabeza. ¿Harry Styles, el chico que festejaba cada fin de semana y pasaba por cuanto cuerpo acechaba, siendo Hardcox, un portentoso nerd con reprimidos deseos de escribir?

La computadora dice que no.

Me subí al vehículo, saludando al mentecato de mi hermano para dar una vuelta por el lugar donde se estaba quedando y así ver una película en el Blu-ray que poseía el cine del departamento.

Porque, por supuesto, los Styles debían tener un cine en el departamento.

Aaron encendió el estéreo, y una sonrisa adornó mi rostro cuando una tonadilla proporcionadamente frecuentada comenzó a reproducirse. «Uptown Funk». Mi hermano comenzó a sacudir la cabeza al ritmo, y en un segundo los dos emprendimos a canturrear en voz alta como unos absolutos imbéciles, bailando en el asiento―: This hit, that ice cold. Michelle Pfeiffer, that white gold. This one for them hood girls. Them good girls, straight masterpieces ―Pude percibir a desconocidos observándonos por el vidrio delantero, pero poco nos importó―. Stylin', whilen, livin' it up in the city. Got Chucks on with Saint Laurent. Gotta kiss myself, I'm so pretty.

I'm too hot!

―¡Esa fue una parada! Justo ahí ―Rompí mi canto, advirtiendo por el espejo a la ignorada parada, suspirando cuando mi hermano me envió una mirada similar a «¿¡dónde está tu "hot damn"!?»―. Dios, si me hubieses tenido que recoger en la secundaria de Tallahassee y un amigo me pedía el aventón hasta su casa le hubiese dicho "¡Mi vida peligra pero tú aún estás a tiempo! ¡Salva a tus hijos! ¡Corre!" como si fueses una bomba nuclear. Gracias a Dios que estudio en Melbourne.

Él carcajeó, estando pez con su canto―: Say my name, you know who I am ―Me guiñó el ojo burlón, volviendo a chequear el camino―. I'm too hot (hot damn). Am I bad 'bout that money. Break it down.

Dating WhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora