Capítulo XX: La Corte suprema de lo retraído.

16.3K 1.2K 261
                                    

Mis sospechas fueron totalmente ciertas.

Sarah estaba charlando con su amigo ―si es que a eso le llamaban charlar, y Paz había caminado directo hacia Horan en un intento por mostrar fuerza, así que ahora estaban conversando, por otro lado Maggie acababa de llamar a su ex novio y decidió festejarlo con barriles de cerveza escondidos detrás de la casita con los instrumentos deportivos del entrenador hasta reventar. Efectivamente, el alcohol pasaba desapercibido ante los adultos, porque los adolescentes habían tomado puntos estratégicos sin pensar en cuán notorio sería si uno de ellos comenzaba a caminar alumbrado en frente de los chaperones.

No había nada mejor que borrachos caminando alrededor de fuego.

Era el escenario perfecto para que una catástrofe suceda. Una chica pelirroja y curvilínea que por azares del destino cae mortalmente cerca del lobo incendiado porque sus neuronas fueron fundidas por Pliny The Elder, del tipo en que el decano Johnson confiaba en nosotros para no joderla pero que asequiblemente alguien saldría gimoteando por unas grandes, gordas y feas quemaduras en su piel, para que entonces dentro de unos años Guillermo del Toro haga una película sobre la tragedia y la academia sea más reconocida a nivel mundial.

Genial.

Solté un suspiro, sentada contra un árbol, cuando la voz de Sarah se escuchó y se sentó a mi lado con una pequeña sonrisa. ―¿Viste a Harry?

―Si te refieres al momento en que mató mi espíritu con ese discurso, entonces sí. ―Arqueé una ceja hacia mi amiga, extrañada de que haya decidido dejar al sujeto que me incomodaba un poco cuando ella rió, rodeando mis hombros.

―Tienes que estar de acuerdo conmigo en que se ve ardiente ―Rodó mi cabeza hacia su orientación, prestando atención cómo se encontraba con los zapatos sobre un barandal de acero con su trasero sentado sobre el listón superior, riendo por algo que decía uno de sus amigos mientras tomaba Stella Artois en tragos largos. Había seguido su propio consejo y ahora estaba cambiado de ropa, con una gorra negra hacia atrás, una franelilla planamente blanca y una camisa con los botones desabrochados encima―. Un niño a cuadros es un gran chico, Pukie. ―Sarah señaló el estampado de tela escocesa impresa en rojo, negro y blanco de su atuendo, cuando yo reí no habiendo tales carneros.

―Detén el carro ―Le anuncié―. Solo porque tus infames planes se cometieron esa noche en Haunted Fool no significa que algo sucederá entre nosotros, por el simple hecho de que no existe ningún «nosotros» y nunca ocurrirá. Así que deja de pretender que eres el Arcángel del Amor y tantear en nuestros terrenos para emparejarnos, porque tarde o temprano tu burbuja se romperá.

―O quizás la tuya lo hará. ―Me guiñó el ojo.

            Tuve que abrir mi boca para volver a cerrarla porque la rubia se levantó ágilmente y circuló hacia donde sabía que se localizaba otra munición de alcohol. Resoplé, golpeando ligeramente mi cabeza con el tronco cuando eché un vistazo a las estrellas y mis ojos retornaron al Styles. Una chica con pantalones de tiro alto y Wayfarers de Ray Ban (incluso estando de noche) se le acercó al muchacho, y tuve que bufar cuando Harry sonrió de medio lado asintiendo a lo que le estaba diciendo antes de levantarse sin despedirse de sus compañeros y guiar a la hipster en una marea de borrachos bailando y oscuridad inminente.

Nada.

No sentí celos.

Rodé los ojos, pensando cuán necia estaba siendo Sarah con todo el asunto de Harry besándome en el armario, cuando Maggie se colocó a mi lado convidándome un trago de su licor. Negué en silencio con la cabeza, restituyendo mi vista a la fogata mientras ceñía mis piernas entrambos brazos.

Dating WhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora