Capítulo XCIV: Harry.exe y el inicio de una etapa.

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—Hola.

La sonrisa se dibujó en mi rostro al escuchar la voz del muchacho, parado en frente de mí con unos pocos metros de distancia.

Moví mi mano, respondiendo. —Hola.

Noté que había una frazada sobre el suelo con comida de Taco Bell junto a un recipiente de fresas bañadas en chocolate, por lo que silbé con las cejas alzadas y me aproximé para besar de pico al chico como prosecución del saludo.

—¿Cuándo compraste todo esto?

—Le pedí el favor a uno de los chicos del equipo al finalizar el entrenamiento —dijo, haciendo una mueca al reflexionar sobre sus palabras—. Aunque me costó comprarle un burrito como pago, así que quizás «favor» no es la palabra correcta.

Reí, sentándome encima de la manta frente a Harry.

No obstante, el mencionado estaba más bien recostado sobre la colcha, descansando su cabeza con una de sus manos.

Los dos sacamos la comida de la bolsa marrón y el chico carraspeó por un momento, escudriñando a su comida en silencio mientras yo le daba el primer mordisco a mi taco de carne. —¿Cómo te sientes al hacer algo impulsivo, Aileen?

Lo contemplé con curiosidad.

—Es lo que he estado haciendo en estos últimos meses —dije con jocosidad, masticando la comida con calma entre tanto lo examinaba—. Quiero decir, ¿en qué otro tipo de shenanigans puedo estar metida? ¿Quedar embarazada e ir a clases vestida como Leia Organa cuando era una esclava? ¿Poner una imagen impresa del pasillo en frente de una cámara de seguridad antes de robarme una dona de la máquina expendedora? Ya de por sí estar en una terraza con un chico cuando el toque de queda está terriblemente cerca suena bastante impulsivo para mí.

Él arqueó una ceja, asintiendo lentamente con una sonrisa de medio lado cuando le dio el primer bocado a su taco olvidado. —Vives la vida al máximo, ¿eh?

—Lo sé. —Casi me coloqué unos lentes de sol para terminar el cuadro de «chica genial que desayuna el peligro a diario», pero estaba en la desgracia de dar la imagen de «chica igual de fastidiosa que un chico con la gorra hacia atrás en un día soleado» porque era de noche.

De cualquier modo, se sentó sobre la tela para observarme con rectitud y eso me dio las señales rojas para tomar con seriedad lo que sea que iba a decir.

—Bueno, el asunto es que tengo otro shenanigan en mente.

De acuerdo. Hora de prestar atención.

—Está bien. —Él inhaló aire, frotando sus manos con nerviosidad antes de tomar mis manos entre las suyas y mirarme imperturbablemente con sus pozos esmeraldas—. Aileen Parker, ¿puedo ser tu compañero de piso en Nueva York?

Mis ojos se abrieron desmesuradamente.

No es que me desagradara la idea, pero teníamos que sopesar todas las consecuencias de una decisión con tal magnitud. Tal vez mis padres no me iban a dejar vivir con un chico, y a mi hermano le iba a dar un paro cardíaco cuando escuchara la propuesta, tampoco sabíamos cómo iba a reaccionar la señora Anne con la noticia y seguramente era más difícil localizar un departamento para dos universitarios en una ciudad donde la vida estudiantil era el pan caliente del día.

Eso fue exactamente lo que le dije en medio de mi exaltación, percibiéndome del todo apabullada por una pregunta con tanta importancia al tiempo en que bebía mi refresco con la celeridad necesaria para enfriar mis motores.

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