Capítulo XCIX: Tradiciones y últimas veces.

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—En pocas palabras, soy invisible.

Esa fue la conclusión de Patrick luego de soltar un monólogo de cuatro horas sobre cómo era un «nadie» en la academia. Había otro asunto que aún no era desmantelado por el muchacho, pero me enfoqué en tomar una de las cajas que estaban en el suelo para seguir metiendo mis pertenencias adentro.

—Creo que estás siendo muy duro contigo mismo, Pat —dije con una sonrisa de medio lado—. Vamos, que eres atractivo y pelirrojo, tienes carisma con las personas y no te importa lo que los demás piensen de ti. No eres el mártir que he estado escuchando toda la mañana.

El muchacho se tumbó en la cama de Sarah con un resoplido.

—Podría jurar que suenas como un tonto enamorado en este momento, completamente deprimente e inseguro.

Eso le sacó una sonrisa burlona a Welles. —Si estamos hablando de sonidos, entonces tú suenas muy conocedora de eso, Aileen.

Le lancé una de las almohadas en el rostro —no la almohada de la vergüenza, infortunadamente— antes de continuar con mi faena con una expresión meditabunda. —Ese es el asunto, que el amor te hace sentir tan insegura con alguien que te hace sentir completamente segura, ¿me entiendes?

—Lo hago. —Patrick bajó el brazo que estaba cubriendo sus ojos y se incorporó en el colchón con una cara turbulenta—. Me gusta alguien, Aileen.

Sonreí con el labio ladeado—. Lo sé.

Él despeinó su cabello con desesperación, suspirando cual víctima torturada—. Sin embargo, es normal que sienta inseguridad cuando mi vida es una completa basura en comparación con la de los demás. Quiero decir, tú te vas dentro de poco a ser una estudiante neoyorquina en compañía con el novio perfecto, los chicos se van a universidades de buen nombre y Gemma se va a otro continente a ser reconocida en el mundo de la moda, ¿pero qué hay de mí? Me quedaré en la academia otro año más, siendo el mismo bufón que era cuando empecé el tercer año con mis chistes escandalosos que conseguían un poco de atención en el día a día. Volveré a ser nada. Es más, él sabrá que soy nada y todo lo que la gente sabrá de mí es que era el mejor amigo homosexual de Aileen Parker.

Eres. —Corregí con seriedad al sentarme a su lado. Sus palabras estaban tomando un tinte oscuro que no me estaba gustando para nada—. Estás hablando como si yo fuese popular, lo cual no es así.

—Pero eres la novia de Harry; por supuesto que la gente habla de ti.

—Aun no me ha preguntado para hacerlo oficial, así que lo que estás diciendo no es del todo cierto. —De cualquier forma, cerré mis ojos al recordar el punto central de esta conversación y tomé sus manos entre las mías para hacerle saber que estaba ahí con él—. No es el punto. El punto es que eres Patrick Welles, ¿de acuerdo? Y sí, eres mi mejor amigo, pero no fuiste colocado en el planeta Tierra para ser el accesorio de algún heterosexual, porque la verdad es tú eres mucho más que eso. Y si la persona que te gusta no puede ver eso...

—¿No me merece? —Pat arqueó una ceja con sarcasmo antes de voltear la mirada al frente—. Gracias, mamá.

Reí en voz baja, siguiendo el mismo curso de sus ojos hasta contemplar el reloj tétrico de Sarah en la pared. Al menos había una cosa que no iba a extrañar.

—De acuerdo, suena como si fuese sacado de una búsqueda rápida en Google —admití—, pero sabes que estoy diciendo la realidad. El que no siga en la academia no significa que no vayamos a ser amigos nunca más, aparte de que Liam se queda en Malibú después de la graduación por lo que estoy segura de que te visitará de vez en cuando. Y también existe Skype, ¿sabes? Te llamaré tanto que te vas a aburrir de mí, aunque prometo que en algún momento te invitaré a que vayas a Nueva York con nosotros y puedes estar seguro de que nos vamos a tomar fotos como unos completos turistas en la Estatua de la Libertad.

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