Capítulo LXXXII: Arcoíris o relámpagos.

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―¿Estás llegando? ―La euforia recorrió mis emociones cuando escuché la voz de Sarah Gallagher a través del teléfono. Un mes después de la circunstancia indeseada con James y consideraba gozar de una perspectiva refrescada sobre la vida.

La rubicunda rió. ―Más bien, subiendo las escaleras de Northside.

Las tres armonizamos un chillido y cancelé la llamada para ir corriendo hasta los pasillos. Paz y Maggs me siguieron con efervescencia y el rigor del grito se tresdobló al tener en frente a la chica con ropajes igual de estilizados a como la conservábamos en nuestras memorias, con la incompatibilidad de que el cabello que alguna vez alcanzó la mitad de su espalda ahora quedaba por encima de los hombros delicados.

―¡Te ves fantástica! ―exclamó Paz apenas le naechó un vistazo, atendiendo a la risa de Gallagher cuando se distinguió en la obligación de soltar las maletas para devolver el estrujón. Un gesto que se convirtió en algo grupal, carcajeando con lágrimas en los ojos al tener de vuelta a nuestra mejor amiga.

Entonces Maggs se apartó, teniendo la sensación de sonreír sin poder contenerse cuando carraspeó y la miró con una firmeza inconfundible. ―¿Todo en orden?

Sarah nos contempló afectuosamente, afirmando con seguridad. ―Todo en orden.

La respuesta pinchó la necesidad de otro abrazo grupal, riendo en voz baja cuando una de las valijas se desplomó sobre el suelo y le echamos un capote al agarrar el resto de las maletas para instalarla en la habitación. Sar se tumbó sobre su cama con una expresión de inmensa alegría, provocando que una sonrisa regocijada ilumine nuestros rostros.

―Es agradable ver que volviste a ser tú en tan poco tiempo ―dije.

Sarah se incorporó del colchón, apretando los labios. ―Un día me levanté, observé mi rostro en el espejo y me dije «Vas a llorar. Vas a llorar hasta que no puedas más y ese será el final. No habrá más festín de autocompasión, Sarah. Debes salir y continuar con tu vida porque nadie más lo hará por ti» ―dijo―. No puedo desperdiciar mi vida por ese incidente, Pukie. En estas cuatro semanas me he dado cuenta de mi fuerza interior; soy más resistente de lo que pensaba y es gratificante tener pruebas de ello.

―Tienes mejor cara. ―Concordó Paz.

―Tú también, mi querida Armonía. Se nota que Niall ha estado haciendo las cosas bien. ―El comentario hizo enrojecer a mi prima, estimulando a que nos carcajeemos con vigor cuando Sarah sonrió vivarachamente―. ¿Cuidaste a mi cama como si fuese un tesoro? La frazada es de un material importado.

Parker hizo el saludo militar hacia la cama con expresión risiblemente solemne. ―Señor, sí, señor. Cada centímetro está en perfecto estado, señor.

―Así que, la hermandad de la terraza está de vuelta. ―Me coloqué en la cama de Maggie, prestando atención a mis tres mejores amigas hasta que me hundí en el pensamiento de cuánto había echado de menos estos momentos con el cuarteto―. Suena como el título de una secuela que va a ser una decepción si se compara con la primera.

Recibí dos risotadas y el ronquido nasal de Maggs cuando se reía sin mover los labios.

Persistimos en silencio con las sonrisas bobaliconas plasmadas en nuestros rostros, pero la seriedad entró por la puerta y se adueñó del cuerpo de Sar. ―Si soy franca, no estoy segura de ir al festival. Hasta la persona más inquebrantable se siente incómoda cuando los ojos te perforan agujeros en el cuerpo como unas dagas de plata.

―Está decidido que yo no quiero ir. ―Maggs se hundió a mi lado con una actitud desanimada, atestiguando mi teoría de que la muchacha difícilmente se enamoraba porque cuando sucedía el sentimiento colisionaba contra su mente con la intensidad de un relámpago.

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