16

64 20 147
                                    

Elías

Esta noche subo las escaleras de mi averno hacia la casa principal, dejando aseguradas todas las puertas con llave. De esta manera, no habrá peligro de que Emma, ​​en caso de decidir salir de su habitación, pueda entrar en ninguna de las salas, incluso en la cocina, ya que también le he colocado una cerradura. No quiero que haga ninguna tontería, como lastimarse a sí misma en caso de que se venga abajo o intentar hacerme daño a mí. Si llegara a ocurrir algo así, tendría que tomar medidas firmes contra ella, algo que en este momento no deseo ni siquiera considerar. Aunque compartimos la misma casa, siento que está lejos. No verla me produce inquietud y desasosiego. Me gusta tenerla cerca y me pregunto cómo será cuándo ya no esté, cuando sepa que nunca más volveré a verla. Este pensamiento me atormenta. Solía ser un tipo que vivía tranquilo, con mi trabajo, mi rutina de ejercicios, mi afición... Desde que la conocí, o mejor dicho, desde que la cacé, me hace perder el juicio, mi mente se llena de ella a todas horas sin siquiera poder evitarlo.

Me acomodo en mi cama pensando que mañana será un día emocionante, tendré la oportunidad de dedicarme por completo a mi pasatiempo favorito: ocuparme de ese par de mentes malévolas.

Después de un par de horas, sigo despierto. La noche siempre ha sido mi aliada, pero hoy parece arrebatarme el sueño. Por más que intento acomodarme de un lado o del otro, no logro dormir. Decido levantarme y abrir mi ordenador para conectarme con las cámaras del búnker. Veo que Beatriz y Pol están durmiendo en el calabozo, mientras que Emma lo hace en el dormitorio donde la dejé. Aunque me tienta volver a bajar, sé que no debo hacerlo. Es como dar droga a un adicto, ya que siempre necesitará más. Sé que si no puedo pasar una noche alejado de Emma, será mi perdición. Siento que debo recuperar el control que ella me quita sin saberlo. Hago otro intento de conciliar el sueño y esta vez consigo fundirme en la oscuridad.

Antes de que despunte el día, he salido a correr como siempre, disfrutando del agradable aire fresco de la mañana en mi rostro. Al volver, me di una ducha, me puse ropa limpia y desayuné. Ahora, bajaré al búnker para darles de comer a mis invitados y continuar con los preparativos de mi afición. Después de preparar el desayuno para todos, me acerco primero a la habitación de Emma y abro la puerta con suavidad para no despertarla. Black corre hacia mí y se frota en mis piernas. Aunque en un principio, en casa de Emma, pensé que podría intentar atacarme por invadir su territorio, creo que simplemente no lo hizo por una pequeña diferencia de tamaño. ¡Menudo carácter mostró el minino! En cambio ahora, siempre me ronronea, es un gato realmente cariñoso. Me acerco sin hacer ruido a la cama y puedo ver el rostro de Emma en la penumbra gracias a la luz que entra del pasillo. Su tez es tan blanca que parece la luna en plena noche y es muy hermosa, tanto que mirarla me duele. Salgo del mismo modo en el que entré en su habitación, como un fantasma, para no despertarla. Black maúlla con suavidad y lo dejo salir para que no la moleste; me sigue hasta la cocina.

—¿Quieres desayunar, truhan? —Black responde con un miau, paseándose alrededor de mis piernas.

Cojo uno de sus platos, le abro una lata y se lo dejo en un rincón. Se lanza a por la comida mientras yo me dirijo a ver a mis invitados. Beatriz y Pol ya están despiertos. Le entrego un bocadillo y una botella de agua a ella, pero hoy Pol no puede tomar nada.

—Oye tú, ¿cuándo nos vas a soltar? —pregunta Pol de malas maneras—. ¿A mí no me vas a dar algo, capullo? —añade con desprecio.

Ni les contesto y me dirijo al taller. Al entrar, me recorre un cosquilleo con una sensación de placer. Acaricio la mesa de metal con mis dedos, cierro los ojos y respiro profundamente para disfrutar del olor a formol y lejía que flota en el ambiente. Me encanta este aroma. Cojo la mesa auxiliar y la cubro con una sábana, comienzo a prepararlo todo: vía intravenosa, equipo de suero, bolsa de suero fisiológico, solución yodada, gasas, antibiótico, anestesia, bisturí... Lo dejo todo bien organizado. Cojo el soporte del suero y purgo el equipo con suero fisiológico. Lo coloco al lado de la mesa forense, no solo es una superficie práctica y funcional, sino que me parece muy bonita, además le añadí unas abrazaderas para poder inmovilizarlos en caso de ser necesario. Fue una buena idea incorporarlas ya que hoy tendré que utilizarlas. Ahora me voy a por el niñato.

LA ESCALERA DEL DIABLO. La cara oculta del monstruo (FINALIZADA)Where stories live. Discover now