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Elías

Los dos corremos por el pasillo, pero la alcanzo antes de que llegue a la habitación, la cojo en volandas y la acomodo en mis brazos. No puedo apartar mis ojos de los suyos; me atrae como un imán. Para Emma soy completamente permeable, lo que hace que mis emociones y sentimientos, que creía erróneamente perdidos, fluyan hacia ella sin ningún tipo de freno. La dejo con cuidado sobre la cama y me siento a su lado. La miro intentando captar cada detalle. Sus ojos, que no dejan de mirarme, hablan por sí solos incapaces de mentir y me están pidiendo que la ame. Su boca coral, ligeramente entreabierta, custodia una lengua capaz de herir sin pretenderlo y, al mismo tiempo, hablar como si las palabras resultaran una hermosa música. Sus labios poseen la habilidad de acariciar con la más exquisita sutileza, arrebatando la cordura al más sensato de los hombres. Su pelo, tan claro y sedoso, contrasta con las sábanas verdes y cuando ella se mueve, desprende una cautivadora fragancia que perseguirías sin cuestionarte nada. Y su piel, tan suave... Acaricio su rostro con el dorso de mi mano; ella aprovecha el gesto, la coge y la besa, haciéndome sentir la calidez de su lengua en mi piel.

Se sienta para alcanzar mis labios mientras sus manos buscan el contacto con la piel de mi cuerpo. Sé que debería imitarla, pero de nuevo me asaltan las dudas. No me veo capaz de tocarla. Como si pudiera leerme la mente, coge mis manos y las coloca en su cintura. Las muevo despacio hacia arriba en busca de la cremallera situada en su espalda. Al notar el pequeño metal, tiro suavemente hacia abajo, percibiendo como se desliza, abriendo la prenda y permitiendo que mis dedos rocen su delicada piel. El vestido cede de los brazos, cayendo hasta sus codos y dejando al descubierto el sujetador. Me mira y, sin palabras, entiendo que me está pidiendo que me quite la camiseta. Cuando lo hago, soy yo el que se convierte en un imán para ella, y sus labios responden buscando el contacto, sin dejar ni un solo centímetro de mi cuerpo sin depositar un beso y acariciar mi piel con ellos.

Pienso que no pasa nada, que todo va bien. Le quito el vestido y mis neuronas se sumergen en una cascada de excitación, enviando el mensaje al resto de mi organismo que responde de inmediato. Me acerco tanto a ella que, con suavidad, la obligo a recostarse en la cama. Retiro sus prendas íntimas con cuidado mientras su sonrisa me atrapa los sentidos. La beso con dulzura: sus labios, su cuello, sus pechos, sintiendo cómo su cuerpo se enciende con rapidez. Desciendo lentamente hasta su vientre para acariciar después la piel de sus piernas, que me envuelven como los pétalos de una flor a su abeja. La acaricio y me deleito con su parte más íntima, observando cómo todo su cuerpo reacciona segundo a segundo, anhelando un poco más... y un poco más.

Me asalta la imagen de romper y profanar un santuario. Me invaden las dudas de nuevo. No quiero mancharla, no quiero romperla, no quiero arrancarle las alas a mi ángel. Yo jamás he amado, y mucho menos he tocado a nadie como ella. ¡No puedo hacerlo! Me aparto a un lado y me concentro en el techo para no mirarla. No quiero, de ningún modo, ver la decepción en sus ojos.

Emma, de pronto, se sube encima de mí, inundándome de nuevo con su reflejo verde y siento como si cayera al más hermoso de los océanos. Se acomoda a horcajadas y apoya sus manos en mis hombros mientras yo le acaricio cada pulgada de su piel. No me pasa desapercibido que empieza a desviar su mirada. Por primera vez desde que empezamos a amarnos, rehúye mis ojos con disimulo. Soy consciente de que ha tomado la iniciativa porque yo no he sido capaz. Acostumbrado a mujeres que lo hacían todo, veo que Emma no se atreve a seguir. Pequeños gestos de incomodidad pasan de forma fugaz por su rostro cuando intenta hacerme suyo.

—Temo hacerte daño —admito con sinceridad—. Yo solo he estado con prostitutas, Emma. Jamás he tocado a una chica como tú —le explico para que pueda entender lo que me está pasando—. Yo solo sé follar, mi ángel, es mi primera vez en hacer el amor —añado, apartándole un mechón de la cara.

LA ESCALERA DEL DIABLO. La cara oculta del monstruo (FINALIZADA)Where stories live. Discover now