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Elías

Apoyo las manos en la puerta del búnker mientras miro al suelo, derrotado. No puedo entrar, no recuerdo el puto código. No puedo introducir la clave en el panel porque mi jodido cerebro no recuerda una mierda. Pateo y golpeo la puerta, soltando un rugido, como si eso me fuera a servir para algo más que desahogar mi frustración. No puedo rendirme tan fácilmente. Si Emma me ha esperado, tengo que ser capaz de abrir la maldita puerta del infierno. Me dirijo al cuarto de baño y cojo el talco del armario. Después, entro deprisa en la cocina, en un bol mezclo un cuarto de taza de talco con la misma medida de almidón en polvo.

Cojo una pequeña brocha y me acerco al panel de acceso de la puerta del búnker. El panel, de color negro, muestra los botones numerados; tal vez con los polvos blancos pueda ver mis propias huellas y averiguar cuales marqué. No recuerdo si programé un número específico de combinaciones antes de que se bloquee la puerta, pero debo intentarlo; no me queda otra. Una gota de sudor resbala por mi frente, fruto de la tensión y emoción contenida.

―Aquí están ―murmuro en voz baja.

Me concentro para intuir el orden correcto, piensa... piensa..., me digo a mí mismo. Lo tienes en tu cabeza, están ahí, piensa... Cierro los ojos e intento recordar el movimiento de mis dedos. Si no recuerdo el orden correcto, quizá recuerde cómo los movía sobre el panel. ¡Sí! Marco la secuencia numérica sin dudar y el sonido de desbloqueo de la puerta me provoca una emoción tan intensa que, por un momento, siento cómo el corazón golpea mi pecho.

Vuelo escaleras abajo mientras un hedor intenso me obliga a frenar y disminuir la velocidad. Por un instante, tengo que apoyarme en la pared. Me siento ridículo, un tipo enorme como yo, afectado por un olor pestilente. En el fondo, sé que no es algo insignificante. Saco el pañuelo del bolsillo y, aunque no sirva de mucho para lo que se avecina, me lo ato cubriéndome la nariz y la boca. El hedor es tan intenso que me provoca una arcada. Sigo avanzando, pero esta vez grito su nombre a pleno pulmón, fruto de la desesperación por lo que no quiero presenciar, no quiero enfrentarme a lo que estoy intuyendo. La quiero en mi vida. Este lugar es mi puto infierno y aquí soy yo quien tiene el control, soy yo quien decide quién vive y quién muere.

―¡Emma! ¡Emma! ¡Ángel, soy yo! ¡¿Emma?!

Corro por el pasillo hasta la habitación y abro la puerta con tal fuerza que las bisagras crujen. Me quedo estupefacto, con la boca abierta. La cama está un poco desecha, sobre el escritorio continúan apilados algunos de sus libros y unos marcadores junto a sus apuntes, pero su ausencia llena la estancia. La busco en el baño, ¿no está? Retrocedo desorientado, incapaz de pensar con claridad. La sala de ordenadores está abierta, pero no hay ni rastro de ella. ¡¿El taller?! ¡El taller!

―¡Emma! ―grito como un demente mientras me precipito hacia el taller a toda velocidad.

Esta puerta oculta mi mayor temor. Es aquí donde se origina el intenso olor, donde se gesta la tragedia, la pestilencia de una muerte anunciada. Al entrar, veo un cuerpo en avanzado estado de descomposición. Algunos de los fluidos corporales se han drenado por el desagüe mientras que otros permanecen acumulados en sus cavidades. Aparto la mirada hasta recobrar la compostura.

Miro a mi alrededor y me acerco despacio a mi sillón. En él, descansa un cuerpo en posición fetal con la cabeza apoyada en el reposabrazos, los ojos permanecen cerrados, los labios sin color y la piel está extremadamente pálida. Uno de sus brazos descansa en la cintura mientras que el otro está extendido, hinchado y lleno de moratones. Los restos del suelo indican que intentó colocarse una vía intravenosa con suero glucosado, pinchándose numerosas veces hasta encontrar la vena, que finalmente se rompió y causó un desastre. ¿Por qué? Porque no estuve aquí para ayudarla, porque no estuve con ella. Encima de su cadera, hecho un ovillo, está Black. El gato se quedó con Emma, acompañándola hasta el final, porque yo no estuve a su lado.

LA ESCALERA DEL DIABLO. La cara oculta del monstruo (FINALIZADA)Where stories live. Discover now