17

67 18 139
                                    

Emma

Hoy he dormido genial. Esta cama no tiene nada que ver con el camastro de la celda donde estaba antes. He podido estirarme todo lo que he querido, abrazarme a la almohada y sucumbir al sueño enseguida. A pesar de que la cama es enorme, Black ha dormido pegado a mi pierna, siempre lo hace. Anoche me dormí pensando en Elías. Tiene algo que no puedo explicar y me fascina. Me gustaría conocerlo de manera convencional y tener las típicas conversaciones: sobre nuestro pasado y perspectivas de futuro. Sin embargo, ahora mismo, mis perspectivas están bastante unidas a las suyas. Del presente... el presente me resulta extraño. Estoy aquí sin nada que hacer, deseando conocer a un hombre que me ha secuestrado sin ningún reparo ni esfuerzo. Él sabe lo que está haciendo, lo ha hecho otras veces y parece no inmutarse con nada, y también tener unos nervios de acero. Aunque, en las últimas horas, noto que me mira de manera diferente. A veces aparta la vista para no mirarme directamente a los ojos. Me pregunto por qué lo hace. Dudo que tenga un ápice de vergüenza, así que debe de ser por otra cosa.

Me asomo por la puerta. No se oye nada, pero las luces del pasillo están encendidas, lo que significa que él ya ha vuelto. Estas luces son automáticas; conforme pasas, se van encendiendo. Al principio, da un poco de grima, me recuerda a las películas de terror donde en el último tramo aparece el espíritu maligno. Pero ahora, ya me estoy acostumbrando. Cuando está Elías, siempre están abiertas.

Esta noche me he despertado para ir al baño. No he podido resistir la tentación de salir al pasillo y mirar por si acaso estaba, pero no, como me dijo, se había marchado. Hay un montón de puertas, una de ellas es la del baño donde me llevó el otro día, ahí se podía entrar. Otra es la del calabozo, como lo llama él, y donde están Beatriz y Pol. Estaba cerrada. He puesto la oreja en la puerta, pero no se oía nada. Deberían de estar dormidos. Por supuesto, no he llamado ni he hecho ruido, no tengo nada que decirles. La de la cocina también estaba cerrada. Las otras puertas no tengo ni idea de qué son ni que hay en cada una, pero lo averiguaré. Me muero por saber qué esconde. No debería utilizar esta expresión: me muero, dadas las circunstancias, pero si hay que morir, casi mejor morir sabiendo, ¿o no? Será que estoy descubriendo que tengo espíritu de cotilla.

Me aseo y me visto deprisa. Tengo ganas de verlo, así que cuando ya estoy lista, salgo a buscarlo. Voy directa a la cocina, pero aunque está abierta, no encuentro a Elías allí. Luego me dirijo al calabozo, que también está abierto. Miro a través de la rendija de la puerta y veo a Beatriz hecha un ovillo en su jaula. Jódete, pienso, aún estoy enfadada por haber animado a Pol a matar a Black. Al lado hay otra puerta, me ha parecido oír un ruidillo proveniente de dentro. Cuando me acerco para escuchar mejor, la puerta se abre. Es Elías, pero al salir, enseguida cierra tras de sí.

—Buenos días, ¿qué estás haciendo? —le pregunto, intentando mirar por el lado de su brazo y alargando el cuello, pero sin éxito. Este hombre es como un armario, tapa la visión por todos los lados. ¡Qué lástima, por poco!

—Nada, cosas mías —responde, cortándome el paso.

Me coge con suavidad por el brazo y me lleva a la cocina, donde se dispone a prepararme el desayuno. Me ofrezco para hacerlo, pero no quiere que toque los cuchillos. Reconozco que me aburro y no tengo nada mejor que hacer que incordiarlo un rato, así que entablo un diálogo absurdo por mi parte. Me he dado cuenta que si agoto su paciencia, se le suelta la lengua. No le gusta hablar en absoluto, y al darle la vuelta a todo lo que me contesta, lo hago estar más pendiente de intentar que me calle, que de seguir con su dinámica de introversión. Pequeñas frases, palabras y sobre todo, sus gestos, me son de gran ayuda. No estoy en una situación normal, así que no puedo conocerlo de forma normal. Me he propuesto derribar esa coraza y, sobre todo, estoy decidida a descubrir qué hay detrás de esa máscara permanente. Quiero saber quién es en realidad para conocer cuáles son mis posibilidades de sobrevivir. Estoy investigando lo que creo que necesita, y cuando esté segura de ello, se lo daré. Entonces conseguiré lo que quiero: recuperar mi vida. Es absurdo aporrear una puerta cerrada, pero no tan descabellado derribar otro tipo de barreras.

LA ESCALERA DEL DIABLO. La cara oculta del monstruo (FINALIZADA)Where stories live. Discover now