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Elías

Vamos cogidos de la cintura hacia la habitación, Black nos adelanta a toda prisa, no sea que le quitemos el sitio. A veces, tengo la costumbre de dormir solo con el bóxer, así que por inercia me quito toda la ropa. Cuando me dispongo a meterme en la cama, me doy cuenta de que Emma me está mirando. La observo en silencio mientras ella me recorre con su vista de arriba abajo y parece escrutar cada músculo y cada rincón de mi cuerpo. Se acerca despacio, levanta lentamente sus manos y dubitativa las pone sobre mi pecho. Recorre mi piel muy despacio, con suavidad, como si intentara dibujarme delineando cada músculo con la yema de sus dedos. Concentrada, desciende hasta mi abdomen y acaricia mi cintura, antes de ascender de nuevo hasta mis hombros y bajar por mis brazos hasta llegar a mis manos; entonces, las mías por reflejo se entrelazan con las suyas. Alza su mirada inundando la mía con una luz tan intensa que mis conexiones neuronales echan chispas.

—Eres perfecto —afirma con convicción.

—Emma, no soy perfecto, parezco un monstruo... Cielo, a veces pienso que no procesas lo que ves —murmuro tan bajo que me sorprende que pueda oírme.

—Entonces eres perfecto para mí —responde, insinuando una sonrisa que, como la piedra de David, acaba de vencerme como si yo fuera su Goliat.

Se desnuda delante de mí y me abraza, permitiéndome sentir la calidez de su cuerpo, la abrazo con delicadeza y me permito deslizar mi mano por un tramo de su espalda. Su piel es tan sedosa como su cabello. Intento apartarme un poco de ella para que, inútilmente, no note la excitación en mi entrepierna, pero parece darse cuenta y se acerca aún más a mí.

—Venga, a dormir —le digo apartándola suavemente y metiéndome en la cama, tratando de disipar la tensión sexual que crece entre nosotros.

Ella me sigue y se acuesta a mi lado, parece resignarse sin decir nada. La abrazo y la acerco más a mí, consciente de que será la primera vez que duerma acompañado. Inhalo para sentir el aroma de su pelo y una vez más me permito acariciar su cabeza, la piel de su espalda, deteniéndome en su cintura. Sí, es mejor no pasar de ahí.

***

Hoy me levanto todavía embriagado por las emociones de ayer por la noche. Dormir con Emma ha sido una experiencia única, desearía poder tenerla siempre a mi lado.

No quiero pensar en lo que debo hacer; me niego a contemplar la posibilidad de no tenerla más conmigo. Sabiendo que no puede quedarse y que tampoco puedo dejarla marchar, me encuentro en una diabólica paradoja. Esta idea ha arraigado en mi cabeza y no encuentro la forma de no pensar en ella; se ha convertido en mi tortura diaria. Entro en la ducha pensando que el agua podría arrastrar estos turbios pensamientos por el desagüe, sería un alivio deshacerme de ellos. A los pocos minutos, Emma entra y me abraza por detrás. Cuando me giro, el agua ya la ha empapado desde la cabeza hasta los pies, haciendo que su piel brille y emane el vapor del agua caliente, otorgándole el aspecto de una ninfa con su piel tan blanca, su cabello extremadamente rubio, el verde tan particular de sus ojos y tan hermosa. Se abraza a mi cuerpo como las raíces de un árbol a la tierra, sus manos ascienden con suavidad por mi piel como delicados brotes en busca de la luz. Su boca provoca la mía, como la luna a las mareas, sin poder resistirme. Me inclino para alcanzar sus labios y los rozo con los míos. Ella entreabre su boca y siento cómo me acaricia con su lengua. Me dejo llevar por las sensaciones y dejo que sea ella quien marque el ritmo. La sigo con el beso como los delfines a las olas y entro en su juego sin cruzar límites. No pasa nada por un beso, pero es bien sabido que tras un beso pueden desatarse pasiones difíciles de controlar. Y la mía se ha convertido en una verdadera condena; no puedo disimular lo evidente, tengo que salir de aquí antes de que sea demasiado tarde. La aparto con cuidado y hago mi retirada presto y veloz.

LA ESCALERA DEL DIABLO. La cara oculta del monstruo (FINALIZADA)Where stories live. Discover now