Epílogo

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Sanatorio mental. Distrito 0

El Profeta

Todas las noches, a las 3:33 horas, se para frente a la ventana de su habitación y la mira con obsesiva atención. Permanece inmóvil, sin pestañear, como si estuviera absorta en un trance, tan solo está allí. A las 3:34 horas, regresa a su cama y se sumerge de nuevo en un sueño profundo.

Hoy, una vez más, se encuentra frente a su ventana, y yo, desde mi agujerito mágico, la observo detenidamente. Este pequeño orificio me permite habitar entre dos mundos: el suyo y el mío, ambos llenos de delirios, con algunas pinceladas oscuras de realidad. Desde mi privilegiada posición, observo cómo se sumerge en un universo paralelo, ajena a la cordura que ya no visita este lugar. Su persistente presencia frente a la ventana despierta en mí una extraña fascinación que me impide dejar de mirar.

Hoy la ilumina el claro de luna, parece un ángel. Sé que es un ángel. Lo han dejado aquí encerrado, y desde mi mundo, oigo como su alma llora... y yo sé por quién llora, nadie más lo sabe, pero yo sí. ¡Cuidado! Él viene. Debo permanecer inmóvil para que no me oiga. Él es malo, muy malo... Yo le he visto hacer cosas. Y él la quiere a ella, siempre la mira, siempre la observa... Yo lo sé, sí, yo soy el único, ¿sabes?, el único que siempre lo ve todo.

Ya está aquí. Ella está de espaldas a la puerta y no lo verá entrar, inmersa en su trance ajena a todo. No puedo avisarla, me da miedo que él me oiga; a mí también me hace cosas... Cosas malas, muy malas. Lo tiene detrás, no... No puedo mirar. Mi cuerpo tiembla de miedo, empiezo a sudar. No me gusta sudar, cuando lo hago es que va a pasar algo muy malo, muy malo, muy malo... Mis manos se retuercen entre sí, impotentes, sin poder hacer nada por ayudarla. Me golpeo la frente con la mano, piensa... piensa... Ahora, tampoco puedo controlar mi cuerpo, se balancea adelante y atrás, adelante y atrás. Lo hago cuando pasan cosas malas. Me abrazo las rodillas, no quiero mirar pero debo hacerlo. No quiero que le pase nada al Ángel... No quiero, no, a ella no...

―Ven aquí, preciosa ―le dice, poniéndole sus sucias manos en la cintura―. Ahora  estamos aquí solitos y nos vamos a divertir un rato los dos ―insiste mientras le acerca su cara grasienta al oído.

Me da mucho asco, le está tocando un pecho por encima de su camisón blanco de ángel. No quiero que la toque, pero no puedo hablar. Desde este lado, no puedo decir nada, se-se-se me traban las palabras, y el miedo, el miedo dice que me calle.

Es la hora, ella saldrá de su trance para volver a su cama y se encontrará con Bola de Grasa. Ahí va... No miréis, yo os lo contaré, yo puedo hacerlo desde este lado.

Se gira y él la detiene, no la deja volver a su lecho. La está obligando a arrodillarse, se baja el pantalón y le saca su verga firme, quiere obligar al ángel a hacerle cosas. No... a ella no... ¡Pum, pum, pum! ¡Pum, pum, pum! ¡Pum, pum, pum! Golpeo mi cabeza contra la pared, tres veces, tres veces para invocar al Diablo del Ángel. Tres veces y él se manifiesta a través de ella.

―¡Tú, tarado, deja de golpearte la puta cabeza o te la partiré en dos! ―me grita el seboso. ¡Me ha oído! Retrocedo y me aparto rápidamente del agujero.

Voy a mirar una vez más, solo una vez. Quiero ver al Diablo. Bola de Grasa la ha agarrado por el pelo y le ha empujado la cabeza contra su miembro, quiere una felación, siempre quiere eso. ¿Qué ocurre? La cara del seboso cambia, es una cara de terror. ¡Ya está aquí el Diablo! ¡Ya está aquí el Diablo!

―¡Ah!

Bola de Grasa está gritando como un marrano en el matadero, intenta apartar al Ángel, pero no puede. Ella le ha rodeado la cadera con sus brazos y no lo suelta. Bola de Grasa se desespera, está sudando como un puerco, se retuerce para liberarse, pero es inútil; ella no lo soltará, ya es demasiado tarde. Mi cuerpo se agita de emoción, me rio de nervios, ja, ja, ja, ja... No puedo para de reír. Shhh... No hagas ruido... Oigo como corren por el pasillo, vienen a ayudar a Bola de Grasa, pero ya es tarde para él. El Diablo se ha manifestado a través del Ángel. ¡Nadie toca a su ángel!

Me duele la cabeza de apretarla contra la pared. Tengo el ojo empotrado en el agujero de su mundo, no me quiero perder nada. Oh... ¡Madre de Dios santísimo! ¿Quieres saber qué ha pasado? Ja, ja, ja, ja, ja... ¿Te lo cuento? ¿Te lo cuento? ¡Te lo cuento! El Ángel ha soltado a Bola de Grasa, él ha caído como un tronco, y su cabezota grasienta se ha estrellado contra el suelo, abriéndose como un melón.

El Ángel ha escupido algo de su boca, ¡oh, sí! Ha escupido la polla asquerosa de Bola de Grasa, ¡le ha arrancado la polla! Ahora su vestido blanco está salpicado de pétalos de rosas rojas. Sí, son pétalos, y de su boca sale el Diablo en forma de fluido rojo... Abren la puerta, ya están aquí...

―Pero... ¿qué ha pasado? ―pregunta la Mandona con cara de tonta―. Pero Emma, ¿qué has hecho? ―vuelve a preguntar. La mandona nunca se entera de nada.

―Es evidente, se ha defendido. Te advertí que había algo raro, Rosita te lo dijo y no la creíste ―le dice él... Él es bueno.

―Ven aquí, Emma. Tranquila, no pasa nada. Ahora avisaré a Gisela para que venga a cambiarte ―le dice él mientras la abraza.

Él la calma, siempre la calma, es su Protector, pero yo sé quién es... Te lo digo si no te chivas, nadie puede saberlo, ¡nadie! Él es el esbirro del Diablo y la cuida, la cuida mientras su amo viene a buscarla.

Yo sé cosas... Muchas cosas que nadie más sabe. Si te quedas conmigo un rato más, te lo cuento. Un pajarito me ha dicho que ella es el Ángel del Diablo, se la tomó prestada a Dios y no se la ha devuelto porque está rota, está rota por dentro y estará aquí hasta que la reparen. A Dios no le puedes devolver un ángel roto, se enfadaría, ¿sabes? Por eso está aquí. Pero yo sé que no es solo por eso, en verdad, no se la devuelve porque es lo más bonito que tiene, y el Diablo quiere algo bonito en su averno. ¿Y sabes qué? Ja, ja, ja, ja...

¡El Diablo está enamorado! ¡El Diablo se ha enamorado de un ángel de Dios! Shhh... Habla bajito como yo. Quédate conmigo, no hagas ruido, y te contaré más cosas.

FIN

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PRÓXIMAMENTE EN AMAZON: LA ESCALERA DEL DIABLO II. El ángel roto de Dios

NOTA DE LA AUTORA: Amados lectores, quiero agradeceros de corazón que le hayáis dado una oportunidad a mi historia. Gracias por viajar de la mano de Elías a un submundo extravagante, con la compañía de Emma, para poner del revés vuestras emociones. Si he conseguido distraeros unos minutillos al día, me doy por satisfecha. Mil gracias, y un fuerte abrazo desde este lado de la pantalla. Por el momento, me centraré en vuestras historias ;)


LA ESCALERA DEL DIABLO. La cara oculta del monstruo (FINALIZADA)Where stories live. Discover now