Capítulo 7

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El domingo llegó esa semana sin hacer ruido, sin esperarlo, y Louis casi se sintió decepcionado cuando se despertó sin nada que hacer.

Sabía que podía ver una película; Niall tenía contratada una línea de internet que funcionaba de forma impecable y que los mantenía a él y a Ellie tecleando furiosamente en sus despachos la mayor parte del día. Sin embargo, no contempló durante demasiado tiempo la posibilidad de encerrarse en su buhardilla cuando afuera el sol calentaba un cielo vivo y aterciopelado.

La planta baja estaba desierta; era demasiado tarde para los desayunos precoces de los hermanos. Desayunó en el porche, oyendo el canto de los pájaros interrumpido por los motores de los coches al otro lado de la casa. Rodeó el porche y observó la entrada de la casa; dos veterinarios acababan de bajar de un todoterreno y lo saludaron de lejos.

—Está en la cuatro. —Nathan sujetaba lo que parecía una pala desde la puerta del granero. Allí a nadie parecía molestarle gritar; no parecía haber la política de "voz de interiores" con la que él se había educado—. Iré a por Cameron.

Volvió dentro. Llenó la jarra de agua y hielo y encontró limones en la despensa.

Harry estaba rastrillando paja sucia en el suelo en los establos grandes; nunca parecía difícil encontrarlo, y él tampoco pareció demasiado sorprendido de verlo.

Se acercó sin perder de vista la forma de sus músculos contra la tela de su camisa. Si esos deliciosos rizos morenos que caían sobre sus ojos seguían creciendo, acabaría teniendo que atarse el pelo. El pensamiento casi le hizo la boca agua. Carraspeó.

—Los veterinarios ya están aquí —dijo en voz alta; Harry no parecía demasiado aficionado a los saludos de todas formas—. Van a hacerle algo a un caballo en la cuatro.

Harry levantó las cejas, pero dejó el rastrillo y se acercó.

—Es un toro.

—Ah. —Frunció el ceño—. Pensé que estaba prestando más atención.

Él se encogió de hombros, pero se acercó y agarró el vaso de su bandeja.

—Van a revisarlo, está enfermo.

—Nathan y un tal Cameron están allí. ¿No vas a ir?

Harry bufó.

—Espero que entre los dos consigan ser más listos que él.

Sonrió.

—¿Quieres más limón?

—No, está bien.

Lo dejó beber antes de seguir hablando.

—¿Qué es la cuatro?

—Es una cabina individual. Para vacunarlos y cosas así.

Asintió.

—Os habría salido más barato que uno de vosotros estudiase veterinaria —dijo al final, y él torció el gesto.

—No todo son negocios —dijo con aspereza.

Lo tomó como una señal de que sus ganas de conversar se habían terminado y volvió a casa.




—¿Qué clase de tiendas hay en el pueblo? —le preguntó a Doreen mientras comían. Ella pareció confundida con su pregunta.

—¿Qué necesitas comprar?

Una plancha nueva, por ejemplo.

—Básicos —respondió, evasivo—. La verdad es que sólo quiero dar una vuelta.

Country roadsTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang