Capítulo 16

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Los alrededores del rancho todavía estaban desiertos cuando volvieron.

En la entrada de los establos, Harry bajó con agilidad, todavía sosteniendo las riendas de Whiskey, y lo observó en blanco.

—...Baja —dijo al final, con un gesto obvio.

Lo observó incrédulo desde lo alto.

—¿Cómo voy a bajar? —balbuceó—. ¿Directamente? ¿Al suelo?

Él meneó la cabeza con fastidio. Se alejó y dejó a Whiskey al lado de los grandes bebederos de agua brillante, pero sonreía cuando le tendió una mano.

—Es fácil.

Negó con la cabeza. Sentía las piernas cansadas y agarrotadas; no confiaba demasiado en ellas.

—Esta parte de tu plan ha fallado —lo informó—. Creo que tendré que quedarme a vivir aquí.

—Agárrate. Haz fuerza hacia abajo con esta pierna —le dio un toque en el gemelo—, y trae la pierna a este lado.

—Si hago eso me abriré la cabeza contra el suelo.

—No. Te ayudaré, vamos.

Lo dudaba, pero obedeció. Se aferró a las riendas y pasó la pierna izquierda por encima del lomo de Hope. Al instante, Harry lo agarró por la cintura y lo sujetó con facilidad; lo dejó resbalar hasta que sus pies tocaron el suelo.

—Estás bien —murmuró. Su voz ronca lo acarició como el ronroneo de un gato.

Louis exhaló con suavidad. El agarre firme de sus manos en la cadera lo derretía contra ellas. Estaban tan cerca que podría tocar su pecho con el suyo si daba una bocanada de aire; levantó las manos para dejarlas sobre sus hombros casi sin darse cuenta. Quería fundirse con él.

Tragó saliva. Harry no lo había soltado; oía igual que siempre, a sudor y a cuero gastado. Respiraron despacio, al unísono, y sus hombros se movieron bajo sus dedos. Lo vio relamerse; podría mirar su boca perfecta el resto de su vida.

Se estiró. Sus labios se encontraron con los suyos, suaves y cálidos. Sentía los restos de su barba picándole en la barbilla, y su respiración pesada contra el pecho. Era dulce y blando como un secreto, sus manos apretadas contra su ropa y su cuerpo sólido y real contra el suyo.  El estómago se le llenó de chispas, y la cabeza empezó a darle vueltas.

Duró apenas un par de segundos.

Harry se separó de él delicadamente, girando la cabeza.

Su estómago cayó. Se dejó caer de nuevo sobre sus propios talones, sintiendo algo frío bajando por su estómago. ¿Qué demonios estaba haciendo?

—Lo siento —susurró al instante—. No-

Él aún tenía la cabeza gacha; lo oyó suspirar. Dio un pequeño paso hacia atrás, y una grieta invisible se abrió en el suelo entre ellos.

—No va a pasar, Louis. —Habló en voz tan baja que rozó el susurro.

Asintió.

—Perdona —tartamudeó—. No pretendía... pensé que te gustaba.

—Me gustas.

—No, yo-me refiero a... quiero decir... —se trabó. Se mordió la lengua y cogió aire.

—Me gustas —repitió él; su expresión estoica no se había movido—. No se trata de eso.

—Es lo único de lo que se trata. —No se sentía los labios; le hormigueaban las manos—. De si quieres hacerlo o no.

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