Capítulo 11

6.6K 1K 636
                                    







Se levantó con el peor dolor de cabeza que recordaba en mucho tiempo. Se frotó las sienes cuidadosamente antes de atreverse a incorporarse; estaba en su cama, y el sol se filtraba a través de las rendijas del ventanal, como cada mañana. Su ropa de la noche anterior estaba en el suelo, y el aire de la habitación era cálido y cargado.

Las últimas horas de la noche no estaban del todo claras; recordaba vagamente a Harry apoyado en la barra, a Liam con los brazos levantados en un gesto triunfal después de ganar al billar y un hombre de mediana edad que se había acercado a saludar a Niall y que había acabado contando chistes verdes e invitándolos a todos a chupitos de tequila.

—Otro resucitado —gruñó Doreen en cuanto entró en la cocina—. Esta casa está muerta hoy.

—Buenos días, Doreen.

—Siéntate. —La vio revolver en las alacenas, pero la luz que entraba por las ventanas de la cocina hacía difícil concentrarse en algo—. Te haré el desayuno.

Frunció el ceño.

—No hace falta, sólo voy a tomar un poco de zumo.

—Vas a tomar huevos con bacon —lo corrigió ella con tranquilidad, poniendo la sartén sobre el fuego—. Necesitas llenarte el estómago de comida y nutrientes después del alcohol.

No tuvo fuerzas para discutir. Se sentó y se sujetó la cabeza mientras ella acababa de freír bacon; sospechaba que le explotaría si dejaba de hacerlo.

—Pensé que iban a tomar unas cervezas y nada más —admitió. Doreen soltó una risa.

—En Texas no se juega con la bebida, cariño. —Dejó un plato repleto delante de él; se echó hacia atrás automáticamente, evitando el olor de los huevos revueltos, pero hundió el tenedor en el bacon, decidido a llenarse el estómago—. Les vienen bien las celebraciones. Esta casa ya tiene demasiado trabajo y seriedad.


Se planteó no llevarle agua a Harry—los últimos intentos habían sido fallidos, al fin y al cabo—pero a juzgar por la boca seca con la que se había despertado, agradecería la hidratación más que cualquier otro día.

Además, no se sentía de humor como para ponerse a fregar nada. Un paseo al aire libre y la visión de los bíceps de Harry en una de sus ridículas camisetas agujereadas sonaba más apetecible, muchas gracias.

Lo encontró al otro lado del prado, cepillando un caballo castaño. Se acercó de todas formas, balanceando la bandeja para no sacudirla.

—¿Puedo acercarme? —llamó desde lejos.

Harry asintió.

—Es mansa. Se llama Betty. —Dejó caer el cepillo a un lado y se quitó el sombrero. Louis evitó su mirada; sabía que él no la apartaría.

—¿Qué tal llevas la resaca? —preguntó en voz baja. Él se encogió de hombros.

—Parece que mejor que tú —respondió, y casi le pareció ver el asomo de una sonrisa.

Quizás el alcohol había hecho desaparecer su mal humor. O quizás fuera el caballo, que se inclinaba hacia él constantemente para que le rascase la cabeza. Era poco probable que lo hubiera hecho la resaca.

Dejó la bandeja sobre una carretilla vacía. Harry sonreía cuando se acercó a beber.

—¿Qué te parece?

—¿Hm?

Le hizo un gesto con la cabeza hacia el caballo castaño. Louis dudó. No era fácil fijarse en los detalles bajo el sol; la luz le hacía doler la vista, y su dolor de cabeza no ayudaba.

Country roadsNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ