Esta historia va sobre dos mejores amigos que el fútbol los une, que están a punto de dar un paso más en su amistad, que creen que todo va perfecto para ellos. Pero algo sucede. El destino es demasiado cruel cuando ve que las cosas van bien, cuando...
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Dareck.
Mi cabeza dolía, y sabía que hoy sería el peor entrenamiento. Estaba cansado, desanimado y sediento. Estos días había estado un poco desanimado y el motivo de esto tenía un nombre: Marc Clark, mi mejor amigo. Últimamente habíamos estado un poco distantes... él había estado un poco distante y me preocupaba que ya no quisiera ser mi amigo, porque de vez en cuando lo veía platicando con Lucas, un compañero del entrenamiento.
Las únicas veces que veía a Marc era en el entrenamiento, ya que no íbamos ni en la misma escuela y no me animaba a mandarle un mensaje, porque consideraba que era mejor el hablar en persona que por mensaje, pero cada que el entrenamiento terminaba, Marc se iba corriendo y solo se despedía de mi con la mano a lo lejos.
Seguí concentrándome en mi entrenamiento, eran varios circuitos, cómo hacer zigzag con los conos mientras llevaba el balón en los pies, luego hacer 15 pases en equipos de 2 y por último tirar a la portería.
Luego de 15 minutos más así, el entrenamiento terminó y vi como llegaban las chicas junto con su entrenador. En la escuela Jammin, también había equipo femenil, lo cual me parecía muy bien, porque vaya que las chicas jugaban muy bien y le ponían mucho esfuerzo. Vi a Marc saludar a unas de las chicas y no pude evitar sentir celos, porque a ellas si les hablaba y a mi no.
Desanimado, comencé a guardar mi botella en mi mochila y avisarle a m i madre que ya iba para la casa. Marc apareció a un lado de mi, con el ceño fruncido porque el sol le daba en la cara, sus mejillas estaban coloradas por jugar y noté su lunar en la mandíbula cuando la levantó un poco para tomar agua de su botella. Me gustaba mirarlo, pero sabía que sería extraño mirarlo todo el tiempo aunque por más que tratara no de no hacerlo, no podía evitarlo, y eso me hacía creer que Marc sabía de mi enamoramiento hacia él.
—¿Qué me ves? —preguntó fingiendo molestia.
Traté de no notar mi sorpresa y nerviosismo al que me hablara, no podía mostrarme así ante él.
—Que sudas mucho —dije y al instante me sentí estúpido.
—Te envidio por eso, tu casi no sudas. Oye Dareck, ¿quieres venir a mi casa éste viernes? Ya sabes, a pasar la noche y el sábado podríamos ir a comprar libros, ¿Qué dices?
—Claro que si. Sólo le avisaré a mi madre, pero sabes que me deja.
—Bien, tengo que irme. Espero puedas venir el viernes, tengo varias cosas por contarte.
Se despidió palmeando mi espalda y se fue a paso normal con su mochila en el hombro dejándome con la intriga de qué era lo que quería contarme.
Al llegar a casa, me encontré con mi madre y mi hermana, quienes estaban preparando la cena y mi padre, preparaba la mesa.
—Mira mamá, ya llegó Dareck. —Habló Zoe, mi hermana pequeña con ilusión.
—Hola, cariño —Mi madre se acercó y con cuidado de no llenarme la ropa de comida me dio un beso en la frente.
