I guess I'm in love.

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Marc

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Marc.

Era lunes por la mañana y el domingo Alam, Dante y Sebastián me habían explicado las reglas que tenía el equipo Hereford, que era una rutina que al menos permanecía de lunes a viernes, los fines de semana eran más libres, a menos que tuvieses partido.

Durante la mañana, asistí al comedor a las 7:30 a.m. y después de eso asistimos al Gimnasio del club a las 9 a.m., en donde tuvimos muy pocos entrenamientos, pues no querían que consumiéramos toda nuestra energía en esto, ya que de ahí pasamos al entrenamiento en el campo.

—Marc, cuando termine el entrenamiento te vienes a mi habitación, tengo un cuaderno que puedo regalarte para tus clases por la tarde —habló Dante, quien apareció detrás mío como si nada.

—Vale, muchas gracias. Me parece extraño. —dije

—¿Qué cosa? —preguntó el mexicano.

—El ir a clases por la tarde. Menos mal no salimos tan noche.

—En México, yo cursaba en turno de la tarde en secundaria, osea el instituto.

—¿Y tus entrenamientos?

—Viernes y sábados por la mañana.

—Vaya. Yo siempre he ido a entrenamientos por la tarde, pero prefiero empezar el día entrenando que estudiando.

Adam y Dante rieron.

— Además, no nos suelen dejar deberes, es solo un repaso en la clase. No quieren que estemos pensando tanto en otras cosas, es solo para no olvidar los temas importantes.

—Esto me gusta.

—A mi también me gusta, aunque odio estudiar —confesó Sebastián.

Luego del entrenamiento, Sebastián se dirigió a nuestra habitación, pero yo fui a la de Dante, como él me había pedido

—Bien, creo que está en este cajón —abrió un cajón en donde no había nada más que ropa interior, eso me hizo soltar una risa al ver lo rojo que Dante estaba.

Abrió otro cajón y ese era, en donde tenía dos cuadernos, gomas, lápices y plumas sueltas, no era muy ordenado por lo que veía.

—Lo encontré. De pasada soy bueno y te regalo dos plumas, una goma y un lápiz.

—¿Y los afilalápices? —pregunté observando lo que me había dado.

—No, ese me lo afilas tú.

Lo miré frunciendo el ceño al no entender su comentario, pero después de unos segundos capté que hablaba en doble sentido.

Dante soltó una carcajada y me dio un golpe en la espalda.

—Es broma. Anda, a la ducha que a la una tenemos que ir a comer.

—Gracias, te debo una.

—Tal vez con un beso me lo puedes pagar.

Aunque no sea conmigo.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon