Esta historia va sobre dos mejores amigos que el fútbol los une, que están a punto de dar un paso más en su amistad, que creen que todo va perfecto para ellos. Pero algo sucede. El destino es demasiado cruel cuando ve que las cosas van bien, cuando...
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(Esa canción porque esta semana ha estado en mi mente).
Marc.
Dentro de una semana tendríamos un partido, así que era importante entrenar y cuidar mi energía para los entrenamientos. Por suerte, los entrenamientos eran por las mañanas, así que enfocaba mi energía en los entrenos.
Había terminado las clases y luego de un día largo decidí revisar el celular, el cual hace poco había podido conseguir con el dinero que me envió mi padre. Lo primero que veo son varios mensajes de Dareck, había olvidado responder sus mensajes.
"Está bien, Marc. Perdón por no haber ido ese día a verte."
"Espero que sigamos hablando como antes."
"Me enteré de que tu celular se había descompuesto, así que solo esperaba a que respondieras, aunque entiendo que estés ocupado."
No puedo creer que haya olvidado responder sus mensajes y peor, que nos los había visto.
Comienzo a teclear rápidamente sobre el teclado del celular, teniendo faltas de ortografía y escribiendo mal las palabras. No me importaba, solo quería responderle y hacerle saber que no me olvidaría de él y que estaba esperándolo.
"Dareck, perdón por no haberte respondido, como sabes he estado ocupado, pero quiero que sepas que...
—¡Marc! ¿Qué haces con el celular? Te invito a cenar, ¿vienes? —Dante me había quitado el celular y sabía que era en forma de juego, pero yo quería enviarle ese mensaje a Dareck.
—¡Oye! Estaba enviando un mensaje importante. Dámelo —intenté arrebatárselo de las manos, pero él lo alejó.
—¿Para quién era el mensaje? ¿Para tu novia? —alzó las cejas, pero tenía una sonrisa en su rostro.
—Eso no te importa, Dante. Por favor, dámelo.
—Te lo daré si aceptas salir esta noche conmigo.
—Chicos, ¿Qué pasa aquí? —Sebastián se acercó hacia nosotros.
Llevaba dos mesas pequeñas, una en cada mano.
—Nada, que Marc le escribía mensajes a su novia y quería ver.
—Dante, no puedes revisar las cosas de los demás. Escuché que le dijiste que le darías el celular si acepta salir contigo, tampoco puedes obligar a nadie a salir contigo.
—No lo estoy obligando —se defendió.
—Si lo haces. Si no le das el celular iría solo para recuperarlo. Dámelo —extendió la mano hacia él.
Dante soltó un suspiro, le dejó mi celular a Sebastián y se fue un poco molesto.
No entendía mucho, pero Sebastián tenía razón. Dante quiere salir conmigo, pero yo solo estoy interesado en Dareck.
