History

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Marc.

Después de la llamada que le hice a mi padre, llamé a Dareck, pero no hubo respuesta.

Me dolía la forma en la que me había ido, pero también aceptaba que era culpa mía por no decírselo desde antes, tal vez si le hubiera prestado más atención a ello, él no me hubiera dejado ir tan fácil, el error era mío, no suyo al dejarme ir. Por qué él hizo lo que tenía que hacer, pero yo provoqué que lo hiciera.

Lo extrañaba, pero a la vez quería cumplir mis sueños. Sólo debería esperar a que el técnico tuviera un espacio para Dareck para poder estar junto con él y así seguir cumpliendo nuestros sueños juntos. Todo pasó tan de repente, estaba emocionado por el cambio que habría, pero después mi ilusión se apagó al estar en un nuevo lugar sin él, me había arrepentido de no pensar con los pies en la tierra.

—Marc, ¿vienes a comer? —pregunta Sebastián desde afuera de la habitación, pero con la puerta abierta.

—Sí, vamos —guardé el celular del señor Toronto en el bolsillo de mi pantalón y caminé hacia él, cerrando la puerta detrás de nosotros.

—Menos mal que vienes, mis amigos ya apartaron una mesa. Te puedes sentar con nosotros, si eso quieres.

—Claro. Gracias por todo, Sebastián.

—No me agradezcas. Es lo único que puedo hacer por ti, te va a gustar el ambiente que hay.

—Eso espero.

—¿En tu anterior equipo el ambiente era tóxico? —charlamos mientras nos dirigimos a la cocina, que se encontraba cruzando todo el campo.

—No. Era un buen ambiente. Todos nos apoyamos.

—Me alegra que hayas crecido en un buen ambiente. En el club en el que estaba no les gustó que me viniera para acá. No a todos, unos eran buenos y se alegraron por mí, pero muchos tenían envidia. Pero bueno, ya los dejé en otro país, aunque sigo extrañando a mis amigos.

—¿No eres de aquí? —pregunté mientras observaba su cabello moverse cada que daba un paso.

—No. Soy mexicano.

—¿Qué? Un día iré a México.

—Vamos a México.

Entramos en la cocina, había varias mesas con muchos chicos y entrenadores, habían grupos separados, en unos había solo dos personas, en otro cinco, en otra tres. Nos dirigimos a la mesa de dos personas, donde se encontraban dos chicos rubios. Ambos nos miraron, pero se detuvieron un buen tiempo. Uno tenía los ojos cafés y el otro chico tenía ojos verdes. Esperaba que fueran azules, intentando buscar la mirada de Dareck en ellos, pero claro, ninguna mirada se comparaba a la suya. Tenía que aceptar que Dareck no estaría.

Aunque no sea conmigo.Where stories live. Discover now