9.

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Diego llegó rápidamente al departamento del de rizos, subió el elevador y en apenas unos minutos ya estaba delante de la puerta del menor.

Tocó rápidamente el timbre, no respondió.

Gruño y empezó a buscar la forma de abrir, hasta que tomó su celular, Jorge le había mandado la clave de su departamento, rápidamente tecleó el número y entró, sintiendo como el olor a omega en celo inundaban sus fosas nasales.

—Oh...

Dijo, rápidamente sus pupilas se dilataron y sus instintos empezaron a aparecer, se acercó con rapidez al sitio de donde venían los gemidos ahogados, lastimeros, rogando por un alfa.

Cuando Diego se acercó, se encontró la caliente escena del chico de rizos completamente desnudo, sus manos perdidas entre sus piernas, masturbándose rápidamente, necesitado de que el dolor dejara su cuerpo, cuando Diego se le quedó mirando, Jorge gimió en respuesta, el mayor lo tomó de la cintura y lo jalo hacia el, gruñendo cuando él omega llevo sus manos a la parte trasera de su cabeza, acercando su rostro para besar sus labios.

Con hambre, con pasión, el calor que su cuerpo emanaba era tanto, él solo quería ser follado.

—Cógeme... —Rogó, Diego sonrió al escuchar lo que él de rizos le dijo— P-Por favor...

—Tú tienes una alfa —dijo, besando sus clavículas, Jorge chillo molesto— Será tu esposa, te apartará de mi lado...

—¡Pero yo no la amo!

—A mi tampoco me amas, ¿En qué cambia?

Jorge hizo un puchero mirando el rostro de Diego, el cual estaba sobre el.

Él tampoco sabía.

—¡Diego! —lloro, palmeó su hombro empezando a llorar— ¡Enserio te necesito! ¡Con ella no me gusta! ¡No se preocupa por mi! ¡Luego me dirá cosas feas!

Diego se sorprendió por la reacción de Jorge, asintió, lo tomó del rostro para besarlo, empezando a acariciar su delicada y delgada figura.

¿Qué le hacía a su omega?

...

¡Ah!

—Omega...

—¡Alfa!

Diego estaba sobre Jorge, abrazaba con fuerza su cintura y follaba su interior, el menor envolvía sus piernas delgadas al rededor del torso ajeno, sus brazos al rededor del cuello, gritando cuando Diego lo penetraba con rudeza y fuerza.

¡Oh! ¡Diego! ¡Ahí es!

Diego asintió, tomó con fuerza sus caderas empezando a hacerlo más fuerte, él omega sólo gritaba cada que lo penetraban nuevamente, hasta que ambos no pudieron soportar más y se vaciaron, uno en el preservativo, el otro entre ambos abdómenes.

Jorge suspiró mientras recuperaba el aire, después del orgasmo tenía unos minutos consciente, luego, necesitaba que el alfa lo volviera a tomar.

—Hueles rico —dijo Diego con una sonrisa, Jorge sonrió de igual forma, riendo cuando él mayor salió delicadamente de su interior, para recostarse a su lado—

Jorge sonrió mirando hacia el techo, volteó al alfa, llevando su mano hasta el abdomen, buscando que lo abrazara.

Diego sonrió y lo hizo, besó su mejilla, dejando que aquel joven se acurrucara cómodamente contra su cuerpo,

Amigos... ¿Con derechos?. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora