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Sus ojos se abrieron al escuchar como movían los sartenes en la cocina, se removió un poco frunciendo su ceño, pero se levantó al recordar que no estaba con Diego.

Eran las once de la noche, tampoco era tan tarde, pero había caído rendido tan solo unos minutos después de que su novio le mandara aquel mensaje.

—¿Diego? —dijo algo adormilado, el mayor volteó a ver a su novio, el cual tenía puesta una de sus camisetas y sus boxers— pensé que llegarías más tarde... Te hubiera esperado para cenar si hubiera sabido... —dijo preocupado, acercándose—

—Mmm... —dejó el plato de lado, jalando a Jorge de la cintura— perdón, bebé, fuimos a cenar pero acabamos pronto y decidimos volver —aspiró el dulce aroma natural de su pareja, mezclado con el suyo gracias a que estaba usando su ropa— ¿quién te dejó usar mi camiseta? Me dejarás sin ropa...

—Oh, ¿Te molesta? —sonrió, abrazando su cuello— Dime... —Diego sonrió y negó, apoyándolo contra la barra, Jorge abrió los piernas por instinto, sonriendo cuando el alfa comenzó a besar su cuello—

Se acercó más al mayor hasta que sintió el suave y dulce aroma que desprendía Diego, no solo olía a alfa, olía a algo más, a omega.

Frunció su ceño mientras el mayor bajaba por su hombro, dándose cuenta que había ido a cenar y aún así había llegado con hambre, el estómago se le revolvió.

—Hueles a omega... —dijo algo enojado, alejándose de él alfa, Diego alzó una ceja, entendiendo al poco tiempo a que se refería—

—Eres un celoso, coky —dijo burlón, besando su frente— Fui con Kunno y Alex, no es como que tenga amigos a parte de ellos —dijo burlón, acariciando sus mejillas— No te pongas celoso, tú sabes que yo solo te quiero a ti...

—Mmm... Nada me asegura que nadie te está echando ojitos durante las grabaciones... Se que tienes algo de fama entre los omegas, Danna me lo repite muy seguido...

—Si, uno que otro.

—¿Ah sí? ¿Son bonitos?

—Bastante —Jorge abrió la boca "ofendido" cruzándose de brazos—

—Pues vete con esos omegas bonitos.

—Ninguno es tan bonito como tú. —susurró, Jorge no pudo evitar sonrojarse, sintiendo mariposas en el estómago, besó su cuello una vez más, acercándolo a su cuerpo— Vamos a dormir, estoy cansado, fue un día largo.

—No te meterás a mi cama a menos que te quites el olor de perfume barato de encima.

Diego sonrió y besó una vez más sus labios, caminando hacía el baño que había en el cuarto que compartían juntos.

Cuando estuvieron en la cama envolvieron sus brazos en el torso del otro, Diego se le quedó viendo a su novio con una sonrisa, acariciando sus mejillas.

Jorge lo hacía tan feliz, y pronto lo convertiría en su esposo. Esposo, wow, que bonita sonaba esa palabra.

...

Sonrió con los boletos de avión en sus manos, agradeció a la muchacha que se los dio.

Los guardo en su bolso y respiró hondo, al fin de cuentas no iba a hacer cualquier cosa, iba a pedirle matrimonio a su novio, enserio iba a compartir su vida con el.

¿Cómo se lo tomaría? ¿Le diría que si? Podría decirle que no se sentía preparado para algo así... Dios mío.

Cuando llegó a casa de los padres de su pareja se sintió algo intimidado, esa noche llegaría con Jorge y le daría la increíble noticia de que se irían de viaje en unas horas, él era fan de hacer ese tipo de planes.

—¡Cariño! ¿Por qué no me avistaste que venían? ¡Ay no! ¡Tengo la casa hecha un desastre! —dijo avergonzada, lo invitó a pasar, Diego siempre había pensado que la casa de su suegra era la más limpia que había visto, y aunque la mujer dijera que estaba súper desordenada, él nunca la veía así— ¿Y mi Coky?

—Oh, de hecho no vino, vengo a hablar con usted y don Mario.

La mujer alzó una ceja pero asintió, llamó a su esposo al comedor, el hombre bajo con su característico semblante duro, uno que asustaba demasiado.

—Hola, Diego, no avisaste que venías —dijo saludándolo con un abrazo y una palmada en la espalda, sonriendo— ¿quieres que veamos fútbol? Ahorita están jugando.

—Si, claro, como usted diga, pero... Yo quería hablarles, Uhm —se aclaró la garganta algo avergonzado, Letty volvió con vasos de agua de sandía, los tres adultos se sentaron en los sillones de la sala, Diego dio un gran trago a su vaso antes de seguir— Ustedes saben que yo adoro a su hijo.

—Si me dirás lo que creo que me vas a decir, dilo sin temblar —dijo el alfa, Diego asintió—

—Yo amo a su hijo —dijo sincero— con todo mi corazón, yo sé que él igual me ama... Se que vivimos juntos prácticamente desde que empezamos la relación, también que lo nuestro no empezó de una forma muy agradable —sonrió, avergonzado— yo quiero decirles que voy enserio con el... Quiero comprar una casa con el, tener una familia con él, pero para eso primero tengo que convertirlo en mi esposo —sonrió, llevando sus manos a su bolso, sacando esa bonita caja, que tenía dentro el anillo que pronto usaría Jorge— Busco su bendición para pedirle matrimonio a su hijo.

Letty no tardo en ponerse a llorar después de cubrir su rostro, Mario acarició la espalda de su mujer, aclarando su garganta.

—Yo le hice mucho daño a Jorge —dijo sincero, el menor volteó a verlo— Es mi culpa que ustedes no puedan tener una familia propia, que tenga tantos problemas y haya estado deprimido durante años... Yo sé que quieres y cuidas a mi hijo, te lo agradezco, sé que no podría estar en mejores manos, ni siquiera en las mías... Te doy mi bendición para casarte con Jorge, y espero que sean muy felices.

Los tres se levantaron, la mujer se apresuró a persinar a Diego, él no era muy creyente, pero sabía que su suegra sí, y si lo estaba haciendo sabía perfectamente que no tenía ninguna mala intención.

Mario lo abrazó una vez más, le dio una palmada en la espalda, y copió la acción de su mujer. Diego sintió muchísimo miedo, pero también se había sentido muy feliz, ahora solo tenía que darle la noticia a su novio.

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