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Aviso.
Cuando las letras estén así significa que Diego o Jorge están hablando con su voz (ya sea su voz alfa u omega)

En fin, disfruten.

...

Diego estaba recargado contra la pared del elevador completamente desesperado, sudaba, gruñía y con las pocas fuerzas que le quedaban intentaba cubrir su entrepierna la cual estaba dura como roca, sentía la mano de Alex en su espalda dirigiéndolo, pero él solo tenía ganas de tomarse todos sus supresores en un intento desesperado de que su celo acabara. Cuando llegó al departamento se balanceó, golpeando y tirando varias cosas, no fue buena idea ir a ese departamento, apestaba a omega; apestaba a Jorge.

—Jorge...

—Ve a tu cama, wey, te serviré agua en una jarra y luego te dejare solo, ¿ok?

Diego no contestó, camino rápida y torpemente hasta su cuarto, al llegar de inmediato empezó a quitarse la ropa para tirarse en la cama que compartía con su novio, Alex no tardo en llegar y dejar la jarra de plástico junto un vaso de él mismo material, ambos sabían que él no podía hacer más que eso, Diego necesitaba a un Omega o estar solo, porque si Alex seguía ahí perdería la cabeza y se le tiraría encima en cualquier momento, ese era el problema de los alfas en celo, son violentos y solo soportan que su pareja los acompañe en ellos, incluso si es cualquier omega que no tenga un lazo afectivo grande con ellos habrá problema, el lobo interior lo rechazara y podría llegar a acabar con su vida.

Jorge... —gruño, al cerrar los ojos, hasta podía sentir que su omega estaba ahí— A-ayúdame...

El mayor no tardo en tomar la almohada de él de rizos, empezando a olerla y frotarse contra ella.

Omega... Ven... —rogó— ven...

...

Jorge sentía nervios y algo de picazón en el pecho mientras estaba en el elevador, sentía que su lobo estaba impaciente por salir y correr a los brazos de su amado, era como si pudiera sentir a Diego,  sabía que el mayor lo estaba llamando, pero aun no tenían un lazo, eso no tenía sentido.

Cuando el elevador se detuvo entró rápidamente al departamento, apestaba a alfa, a su alfa.

—Diego. —Camino hasta la habitación que compartían, empezando a quitarse la chaqueta sin perder el tiempo—

Cuando entro a la habitación se encontró a su pareja boca abajo, bombeando su gran miembro de forma rápida, mientras tenía una de sus almohadas entre las piernas y la otra en la cara, apretándola con fuerza entre sus manos, sentía que podría romperla con facilidad en cualquier momento.

—Jorge —se volteó al sentir el aroma dulce, el cuerpo de él de rizos no pudo evitar empezar a mojarse, Diego negó— Vete, vete, te voy a lastimar...

—Yeyo, no importa —se quitó la camiseta, el alfa bajo la mirada suspirando al ver el delgado y pálido torso de su omega, pero negó, no quería lastimarlo— Diego...

—Vete...

—Amor...

—Te lastimare, vas a sangrar, me tendrás miedo y mañana me sentiré culpable —negó, alejándose más , intentando contenerse— vete.

Jorge suspiro al escuchar a Diego, cayó de rodillas, sin poder evitar que sus ojos se hicieran amarillos, su cuerpo ya no era suyo le pertenecía a él.

—Alfa...

Eso fue suficiente para Diego.

Lo tomó de la cintura y lo aventó a la cama, Jorge gimió de sorpresa, suspirando cuando él alfa empezó a devorar su cuello como un animal, delineando cada parte de su cuerpo, pasando sus manos de arriba hacia abajo, repasando cada pequeño sitio que conocía del chico.

—Omega... —lo tomó de el cuello y lo beso con fuerza, casi con violencia, el menor sentía que se podía ahogar entre el beso, Diego estaba irreconocible, no era el mismo hombre que lo trataba con sensualidad y ternura en la cama, este era otro, otro que no conocía, y le gustaba—

El mayor no tardo en arrancar las pocas prendas que le quedaban, ingresó sus dedos en el, el cuerpo debajo reprimió un grito, convirtiéndolo en un gemido lastimero.

—Amor, amor yo se que pido mucho, pero por favor, por favor, por favor...

El de rizos suspiró al ver tan desesperado a su pareja, enserio quería entrar en él, había estado en el mismo sitio, sabía que sentías que ardías en vida.

—Estoy listo... —el mayor asintió, creyéndole, la desesperación y necesidad era más, que no dudó en abrir sus piernas y adentrarse con fuerza, el menor suspiro enterrando sus uñas en su espalda, el miembro de su alfa era más grande cuando estaba en celo, bastante más grande—

El mayor embestía de forma rápida y dura, el menor cerraba sus ojos, enterraba sus uñas en los hombros ajenos y mordía su labio gracias al dolor, hasta que el alfa lo noto, se detuvo unos segundos, dándole un ligero giro al cuerpo de su pareja.

—¿Alfa que ha-? ¡Oh! —gritó al recibir una estocada en ese delicioso sitio, el de barba supo que lo había encontrado porque los dedos de sus pies se separaron, su espalda se arqueó y su miembro empezó a chorrear ese líquido casi transparente que soltaba antes de venirse— ¡Diego! ¡Ah!

Besó su cuello mientras subió la intensidad de los movimientos de sus caderas, suspiró cuando los rizos ajenos empezaron a interferir  su camino de besos, por lo cual buscó bajar un poco más, a donde su larga cabellera no llegaba.

—¡Mi amor! ¡A-Aah!

—¡Argh! —soltó sin darse cuenta, apoyando su rostro en su clavícula, mordiendo la misma—

—¡Alfa!

—Omega...

—Voy... ¡Voy!

Diego no tardo en vaciarse dentro de Jorge, la reacción del cuerpo ajeno fue arquearse y copiar la acción, ocasionando que su corrida llegara a el pecho ajeno y su barbilla, ambos suspiraron recuperándose del orgasmo.

El mayor se le quedó viendo, todo estaba muy oscuro y la única luz que tenían era que se colaba furtivamente desde la ventana, los ojos ajenos estaban teñidos de un color que no podía notar por lo oscura que era la noche y su daltonismo.

—Eres tan bonito —susurro, acariciando sus regordetes y rosados labios con su pulgar— Si... Quiero que sea igualito a ti...

Jorge abrió los ojos y sonrió con suavidad, sin entender a que se refería.

—Tus ojos son rojos...

—Los tuyos... —dijo con algo de duda, forzándose a encontrar algún color—

—Amarillos...

—Tus ojos son bonitos así... —Jorge iba a hacer una de sus bromas casuales, hasta que Diego soltó algo que lo hizo quedar helado— espero que cuando tengamos un hijo sea tan bonito como tú... Muero por verte embarazado de mi cachorro...

Los ojos de Jorge se llenaron de lágrimas, sabía que Diego no sabía que decía, estaba en celo, estaba soltando sus más grandes anhelos.

Cuando el rostro del alfa se apoyó en el espacio que había entre su hombro y su cuello se sintió tan vacío, escuchando como hablaba de él primer hijo que tendrían juntos, las palabras estaban en su garganta, pero no podía decirlas.

Nunca podré darte un hijo, Diego.

Amigos... ¿Con derechos?. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora