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Estaba extremadamente nervioso.

Ese era el gran día, cuando le preguntaría a su pareja si quería casarse con él, tener una vida juntos. Los planes de ese día en específico tenían que salir perfectos, era una fecha especial, tenían que recordarlo con muchísimo amor, ya que en algunos años sería una de sus historias favoritas para contárselas a sus hijos y en un futuro muy lejano a sus nietos.

Tenía todo listo, el anillo estaba en su mochila viajera, también tenía una cámara porque sus guías lo ayudarían a grabar, y cosas básicas para su día a día, como lubricante condones y esas cosas, porque sabía que aquella pedida tendría un gran final.

—Estamos en Kioto y hoy haremos un gran tour, iré al templo kiyomizu -dera, aún es muy temprano en la mañana, son las cuatro am, pero no me quiero perder nada, por lo que e decidido ir desde muy, muy temprano.

Diego sonrió al escuchar la voz de su novio en el baño, estaba grabando para el vlog que subiría a YouTube.

—Amor, ¿ya estás listo? —salió de el baño, terminando la grabación— Oye, qué guapo.

Diego sonrió y besó su mejilla, obviamente él no sabía que iba a pasar, por lo que asintió con una sonrisa.

—Vámonos ya o llegaremos tarde.

—Chi.

El alfa besó su mejilla, y lo dirigió fuera con la mano en la cintura ajena.

...

—Diegooo, quiero hacer lo de las piedras —dijo un animado Jorge, el mayor solo sonrió alzando los hombros, se estaba haciendo el duro, quería que su novio le rogara un poquito más— Por favor.

—Pero  ya sabemos que somos el amor de la vida del otro, mi cielo, no necesitamos que unas piedras nos lo confirmen.

—No digas eso o me pondré a llorar.

Diego sonrió y suspiró, su guía señaló un camino.

—Vamos a buscarlas entonces.

Jorge chillo con emoción, tomo el brazo de su novio caminando animadamente a su lado, haciendo un puchero al encontrar aquellas piedras juntas.

—¡Oh! ¡Yo quiero la de allá!

Diego sonrió al ver cómo su novio caminaba hasta una de las dos piedras, rápidamente sacó la caja que llevaba guardando durante todo el viaje, la puso en el bolsillo de su sudadera, riendo cuando Jorge puso una cámara un poco alejada.

—¿Por qué grabas?

—Porqué se que eres él amor de mi vida.

Diego sonrió, ambos se cubrieron los ojos, entonces Jorge se sacó algo de la manga.

—¡Tenemos que darle tres vueltas a la piedra!

—¡Ay ajá!

—¡Ándale!

Diego vio con una sonrisa como su novio le daba las tres vueltas a la piedra, respiro hondo y caminó con seguridad hacía el menor, Jorge rió un poco al sentir que chocó con su novio, pero al destaparse los ojos no pudo evitar quedar helado.

Diego estaba arrodillado delante de él, con una caja aterciopelada en sus manos, Jorge negó y cubrió su boca, alejándose con incredulidad.

Amigos... ¿Con derechos?. Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz