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—¿Este pantalón está bien? —dijo nervioso, Jorge sonrió al ver a su novio tan nervioso y sin saber qué ponerse, se acercó a él y asintió, acariciando las hombreras de su saco— 

—Te ves guapísimo...

—Tus papás no me quieren mucho que digamos, me da muchísimo miedo que sigan odiándome por ser el cuerno de tu relación pasada —se acercó al espejo, checando su barba— ¿no la tengo muy larga? ¿Me la rasuro de nuevo?

—Si, está larga y al principio me dolió pero luego me acostumbre —dijo con burla, Diego giró los ojos al entender el doble sentido de su novio—

—¿Ya me andas albureando? —luego, vio el tinte en su cabello— ¿Tu mamá qué opina de los hombres que se pintan el cabello?

—Que son maricones.

—Mmm, no está muy fuera de la realidad —suspiro, quitándose sus aretes, peinándose una última vez, volteó a ver a Jorge, el cual se estaba difuminando el corrector sobre sus ojeras— ¿Cómo me veo?

Jorge se alejó unos segundos de el tocador, sonriendo al ver lo guapo que se veía su pareja.

—Podría chupártela ahora mismo.

Diego rió y besó la mejilla de su novio, Jorge no solía maquillarse mucho, ni muy seguido, solo para ocasiones especiales y de forma súper natural, cuando su novio se puso rubor y pasó un bálsamo labial, sabía que su maquillaje estaba finalizado.

—Estás hermoso.

Jorge hizo un puchero, se levantó de la silla, acariciando su cuello.

—Tenemos que irnos... ¿Llevas el vino?

—Si... Es de mil novecientos ochenta y tres, ¿está bien?

—Me encantaría entender de vinos, pero sinceramente me gusta más la cerveza —Diego rió, tomando su mano— Ya vámonos.

Diego tomó el caro regalo que le había comprado a su suegra, una pulsera Cartier de oro amarillo, con un humilde costo de ciento cincuenta y un mil pesos mexicanos.

—Sigo pensando que es carísima.

—Es tu madre, Jorge —sonrió, arrancando su coche—

Estuvieron durante varios minutos en silencio, solo tarareando las canciones que sonaban desde el celular del más joven, al llegar a la casa de sus padres, ambos bajaron, Diego un poco más nervioso que Jorge, pero aún así, el menor igual moría de los nervios.

—O sea, que cuando venga a pedir tu mano tendré que venir aquí solo, cagado de miedo.

—No te preocupes, saldrás, de pie o en una bolsa, pero saldrás —sonrió, Diego rió gracias a la broma, tocaron el timbre y la madre de Jorge no tardó en abrir—

—¡Ay mi coky! ¡qué bueno que pudiste venir!  —Letty abrazo con fuerza a su hijo, Jorge aspiró el suave aroma que desprendía su madre, conocía su característico olor a perfume, pero también el delicioso aroma natural que siempre lo había tranquilizado—

—Hola, mami, feliz cumpleaños, te extrañe mucho —susurró, dejándose abrazar—

—¿Cómo estás? ¡Estás tan guapo! —entonces, volteo hacia Diego, el cual sonreía con algo de nerviosismo, la omega sonrió y le dio un abrazo a Diego, un poco más frío, pero al fin de cuentas abrazo—  Hola, corazón, pasen, pasen, los estábamos esperando, yo siempre e sabido que Coky y la puntualidad no se llevan.

Jorge entró y saludó a Omar y su novio, Diego copió la acción, pero al llegar frente a su padre, ni él ni el mayor supieron qué hacer, Diego tuvo que tomar valor y adelantarse.

—Un gusto, señor —extendió su mano, Mario volteó a ver a Diego, escaneándolo de arriba a abajo— Mi nombre es Diego Cárdenas, para servirle, le trajimos esto a usted y su esposa —le ofreció el vino, Mario lo tomó, alzando una ceja, cuando cambió un poco su cara Jorge lo supo, lo había aprobado—

—Mario Gonzales —pronunció, con su frío y autoritario tono de voz— siéntense, los estábamos esperando.

Cuando toda la familia estuvo sentada, el silencio fue algo incómodo, su mamá le pidió a las empleadas que sirvieran los platos, las cuales rápidamente acataron la orden.

—Entonces, Diego —el mencionado volteo a ver al dueño de la casa— Eres actor...

—Si, así es —dijo firme—

—Te e visto en alguna que otra serie de Netflix... 

—Ahora tengo varios contratos con ellos, estoy en un buen momento de mi carrera.

—Espero que tengas un plan b, eso no durará para siempre.

—Amor... —regañó su esposa, pero el mayor no se retractó—

—Tengo varios departamentos en renta, cuatro en Ciudad De México sin contar en el que Jorge y yo vivimos, tengo uno en Acapulco y otro en Cancún, pronto compraré uno más en Los Ángeles... Sin contar que tengo varias inversiones, mis papás me han enseñado a trabajar, sé que nada es seguro y es mejor buscar una ayuda económico a parte de lo que ya hago.

Mario alzó una ceja, sonriendo un poco.

—¿Tus papás?

—Guillermo Cárdenas y Corina Argüelles, mi papá es doctor y mi mamá es ama de casa.

—Mmm... —se acomodó contra la silla, todos empezaron a comer con incomodidad, se sentía extremadamente tenso todo el lugar—  ¿Amas a Jorge?

El omega casi se atraganta con la comida y tuvo que cubrir su boca con la servilleta, después de limpiarse se enderezó.

—Papá... —dijo sonrojado, Letty tomó la mano de su marido—

—Mario, por favor, deja de incomodarlo, es la visita...

Diego tomó la mano de Jorge sobre la mesa, no tenía que avergonzarse por la pregunta, sabía la respuesta.

—Claro que lo amo —dijo seguro, Jorge apretó sus puños, sonrojándose aún más— Lo amo muchísimo y lo que tenemos es serio... Nunca lo lastimaría, cuidaré bien de él, sé lo juro.

—No tienes que cuidar de mí, no soy un niño —susurró, sonrojado como un tomate—

—Aún así lo haré —dijo en voz baja, mirándolo, el menor nunca se había sentido tan seguro como en ese momento— Te amo...

Mario asintió y bajo la mirada a su plato, mientras seguía comiendo.

—Bienvenido a la familia, Diego.

Jorge sintió que podía llorar.

...

—¡Ay Erick! No te hubieras molestado, es precioso —dijo al ver el vestido que el omega de Omar le había confeccionado, Erick era diseñador de modas y había estudiado en una de las mejores escuelas de Nueva York, ahora vestía a grandes estrellas de la televisión mexicana, ahí fue donde Omar y él se encontraron— Ame todos mis regalos, enserio gracias...

—Falta el de Diego —dijo Jorge, volteando a ver a su novio, el alfa asintió, tomando esa bolsita sumamente delicada, roja y con las letras doradas que dejaban ver el nombre de la marca—

—Ay, hijo —dijo nerviosa, sacó con sumo cuidado lo que venía adentro, una lujosa caja, su certificado de autenticidad, etcétera— Dios mío, es preciosa... No debiste molestarte.

—No todos los días se cumplen años, espero que la disfrute, seguro se le verá hermosa.

La mujer sonrió y lo abrazo, Jorge se sintió muy bien. Se sentía en casa, se sentía en familia.

...

¡En el siguiente capítulo tendremos un salto de tiempo!

Entonces lean bien 👀👀

Amigos... ¿Con derechos?. Where stories live. Discover now