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Estaban en casa de la mamá de Diego, el alfa estaba con su hermano poniéndose al día, él estaba ayudando a su suegra, desde que había aprendido a cocinar descubrió un gusto por aquel arte, nunca pensó que sería bueno haciéndolo y ahora no imaginaba su vida sin hacerlo.

Estaba dándole vueltas a la salsa cuando la mamá de Diego se paró a su lado viéndolo fijamente, se sonrojó y llevó uno de sus mechones rizados detrás de su oreja, algo apenado.

—Tu estás raro.

—¿Uhm? ¿Por qué lo dice, suegra?

—Estas muy bonito —Jorge alzó una ceja, la mujer sonrió— siempre has sido muy bonito, no me mal entiendas, pero ahora te ves diferente.

—¿Diferente?

—Tus ojos brillan, tu cabello y piel también, Jorge, estás precioso.

Se sonrojo y bajo la mirada con una sonrisa dulce, la mujer giró los ojos.

—¿Estás embarazado?

La miro apenado, mordiendo su labio, asintió con una sonrisa dulce, la mujer sonrió al saber que había dado en el clavo.

—¿Diego sabe?

—Estaba conmigo cuando nos enteramos —susurró— Yo e tenido muchos problemas de fertilidad desde que soy muy joven... Lloré mucho, estoy muy feliz...

—Lo sé —sonrió— ¿Cuando lo dirán?

—Cuando cumpla tres meses, mi familia aún no lo sabe... Tengo mucho miedo de que algo salga mal —sonrió suavemente, bajando la mirada— Pocas veces las cosas han salido como yo quiero... Creo que lo único que Dios no me ha quitado es a Diego...

La mujer suspiró y tomó sus manos, el menor volteo con una sonrisa.

—Esto tampoco te lo quitará, hijo, créeme... Tendrán un bebé precioso.

—No sabe cuánto lo deseo...

Diego se acercó y abrazó la cintura de Jorge, el menor rió cuando hizo aquello, volteándose con una gran sonrisa.

—Vamos, hay que darles los regalos a los niños.

—Está bien, vamos, ¿viene con nosotros? —Miro a Cora—

—Los sigo.

...

Estaban recostados en la cama que tenían en su pequeño apartamento en Acapulco, Jorge no paraba de reír gracias a los besos que Diego le daba en la marca.

El mayor se alejó con una sonrisa y miró el abdomen de su esposo, suspiró, acariciando su cintura.

—Quiero tocarlo.

—Odio que me toquen la panza.

—Tendrás que olvidarte de ello, porque mi bebé está creciendo dentro de ti y no pienso perderme de acariciar tu vientre —el de rizos gruñó y asintió, Diego se acomodó entre sus piernas con una sonrisa— Déjame ver.

—Tengo algo de pancita...

—Es normal, déjame ver, quiero sentir.

Jorge suspiró y levantó su playera, bajando el elástico de su pants hasta su pubis. El mayor tardó un poco en notar la curva, pero notó el cambio, se sorprendió un poco y sonrió de lado, pasando la yema de los dedos por la piel de su abdomen.

—¿Qué?

—Nunca creí que fuéramos a ser padres de esta forma —Dijo, sincero— Estaba emocionado con la idea de adoptar, pero —alzó los hombros— Esto se siente... No lo sé...

—Yo siento lo mismo que tú —admitió, era su instinto al fin de cuentas—

—Uhm... —cerró sus ojos y se recostó sobre el vientre ajeno, Jorge acarició los cabellos de su pareja, el mayor solo se quedó ahí, intentando encontrar algo—

Unos minutos después se levantó con el ceño fruncido, acarició su pecho.

—¿Tú sientes mi latido?

—Si, siempre —susurro— es porque estamos enlazados...

—Yo también siento el tuyo, siempre —mordió su labio— Pero siento también el de nuestro bebé...

Jorge alzó una ceja y acarició su vientre con una pequeña sonrisa, Diego se acostó a su lado pensando un poco, pero no quería decir nada, solo se quedó con la preocupación en el pecho.

Juraba que el corazón de su bebé no  se escuchaba como tenía que hacerlo y eso lo hacía sentir sumamente asustado, el solo quería pensar que todo estaría bien, tendrían un embarazo tranquilo y un hijo sano, enserio deseaba que así fuera.

—Tu mamá se dio cuenta...

—Sabía que se daría cuenta, siempre supe que no se lo podría ocultar —dijo sincero, acariciando su cintura— ¿qué te dijo?

—Que me veía mucho más bonito de lo habitual, que nos veíamos muy felices y que estaba muy feliz por tener un nieto tuyo —rió— Dice que creyó que tú nunca le darías un nieto.

—Mi hermana también lo sospecha, me preguntó pero yo le mentí, le dije que no podías estarlo.

—¿Crees que mi mamá se de cuenta?

—Probablemente, Jorge, es tu mamá.

—Ella nunca a sido muy observadora, es muy linda pero... Me preocupa mucho todos los comentarios que empezara a decirme cuando se entere, me dirá qué comer, que no comer, que no suba mucho de peso porque ya no voy a gustarte, y cuando me ponga a llorar  me obligará a parar porque le haré daño a su nieto si sigo así. Ay no.

Diego rió y besó su mejilla, suspirando al ver como se le quedó viendo.

—Mejor algo sencillo, amor...

—Jorge...

—Hay muchos riesgos todavía, Diego...

—Vamos a decírselos súper cursi, probablemente sea el único bebé que tengamos, quiero hacer cosas bonitas Jorge, tu hermano hizo una fiesta para celebrar la noticia, ¿no te gustaría hacer ni siquiera algo chiquito?

—Tengo miedo de la reacción de mis papás... De ambos —bajó la mirada, jugando con sus manos—

—Jorge... Eres un hombre de treinta años, estás casado, estamos casados...

—¿Qué tal si mi papá mando a hacerme eso? —susurró con sus ojos cristalinos, Diego lo miró sorprendido— Que tal si... No lo sé... ¿Qué tal si me quería lastimar?

—Amor...

—Hubieras visto como me miró el día que se enteró, Diego —susurró— No quiero alboroto, ni con tu familia ni con la mía, nos sentaremos los cuatro y les diremos, no haremos patéticos mamelucos, ni estúpidos zapatitos, solo se los diremos y ya, a lo mucho una ecografía.

—¿Ni siquiera con mis papás?

—Por favor, ellos ya lo suponen, ¿para qué hacemos tanta cursilería?

Diego respiró hondo pero asintió, acurrucándose mejor en la cama, suspirando al ver como Jorge le dio la espalda.

A él enserio le hubiera encantado hacer todo lo que a Jorge le parecía patético.

Amigos... ¿Con derechos?. Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon