35.

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—Jorge...

—Contéstame...

Diego respiró hondo y asintió, soltando el aire al ver como Jorge miró hacia otro lado.

—¿Qué dije?

—Que los niños que yo te daría serían preciosos... —Diego suspiró y asintió, tomando las manos de Jorge— Yo... Nunca e preguntado, pero con lo que a avanzado la ciencia puede que... Haya algún tratamiento para que te de hijos en el futuro...

—No, mierda, no —gruñó, apoyando su rostro en sus manos, suspirando con culpa— lo lamento tantísimo... Tú sabes que cuando alguien está en celo, no piensa.

—Son tus deseos... Lo dijiste porque fuiste sincero, tú, tu lobo, o ambos ¿qué más da? De todas formas nunca podré tener satisfecho a alguno de ustedes.

—Jorge, perdóname, puede que... No se, puede que rentemos un vientre cuando queramos ser padres o... Intentar adoptar...

—O nos dejamos ahora que puedes y buscas un omega que si pueda concebir.

—Jorge.

El menor lo miró con algo de enojo en el rostro, Diego negó, gruñendo también.

—Deja de intentar resolver todo con terminar —dijo, nunca le había hablado así, el de rizos no pudo evitar sorprenderse— Si yo quisiera tener un hijo propio, Jorge, no estaría contigo, lo sabes, ¿no? Qué es tan fácil como hablarle a uno de los muchachos que me coquetea en el set de grabación, pero no quiero otro omega, no me sirve de nada que pueda darme hijos si no lo amo, no me harán felices como tú me haces, perdóname por haber dicho eso, pero tienes que entender que me tienes que comunicar las cosas, no guardándotelas esperando que todo explote.

—Me heriste —dijo nervioso, limpiando sus lágrimas—

—Lo sé... Lo siento —Jorge sollozó de nuevo, Diego lo envolvió en sus brazos, importándole poco mojarse el cuerpo— Yo sí quiero hijos —admitió— Pero estoy dispuesto a que adoptemos o buscamos una madre sustituta... ¿Tú lo estás?

Jorge asintió, limpiando sus lágrimas, suspirando con suavidad.

—Tengo que comunicarte lo que me lastima, entonces...

—Así es —acarició su cabeza, jalando su cabello hacia atrás— Siempre tienes que decirme lo que sientes... Por favor, no quiero que esto termine, ambos tenemos que saber bien cómo comunicar las cosas...

El de rizos suspiró y asintió, llevaba mucho rato sin hablar, solo asintiendo y soltando suspiros, a Diego no le agradaba nada.

—Es muy jodido que a penas llevemos dos años juntos y ya tengamos que estar teniendo estas conversaciones tan horribles —Diego rió y lo cargó, llevándolo a la cama— ¡Oye! Sigo mojado —dijo, tapándose la entrepierna—

—No importa, está bien —beso su mejilla, acariciando su espalda baja— te amo —susurró— Vamos.

Cuando se acostaron en la cama se envolvieron en un abrazo, solo cubriéndose el cuerpo. Jorge finalmente pudo descansar.

...

Estaba en su oficina haciéndose cargo de unas cosas, ese día Diego había ido al súper para tener todo preparado para la semana, ya que habían vuelto a trabajar, tenía bastante cansancio pero era lo que tenía que hacer, cumplir con sus obligaciones.

Mientras checaba los perfiles de él casting que iba a hacer, su teléfono sonó, frunció su ceño y tomó este, viendo el nombre "Omar" en su pantalla. Contestó.

—¿Bueno?

—¿Jorge?

Cuando su madre habló del otro lado del celular trago en seco, hacía mucho no hablaba con ella, claro que la había extrañado, pero lo que había dicho aquella noche, aún dolía y bastante.

—Mamá...

—¿Cómo estás, amorcito? —Jorge se acomodó contra la silla, cruzando sus brazos—

—Todo bien... ¿Pasa algo? ¿Papá te a lastimado?

—No, no, nada de eso... Pero... Sabes, en unos días es mi cumpleaños, y quería ver si querías venir a cenar con tu padre, Omar su novio y yo, te extraño mucho amor, no quiero pasar otro cumpleaños sin ti...

Omar ya se los había dicho.

—¿Cómo se lo tomó papá?

—No muy bien al principio, fue algo grosero cuando Erick llegó, pero terminó enamorado de él, es un buen muchacho, muy culto e inteligente, perfecto para tu hermano.

Todos los omegas eran perfectos para su padre, menos su propio hijo.

—Se me hace una grosería que mi hermano si pueda llevar a su pareja a la casa y yo no, Diego es sumamente agradable y...

—Tráelo, Jorge —dijo la fría voz de su padre del otro lado del teléfono, Jorge respiró hondo— Por favor, no lo arruines, prometo ser educado con Diego si vienes al cumpleaños de tú madre, ella te ha sufrido mucho, ambos sabemos que tienes ese instinto materno por nacimiento, ¿cómo te sentirías si tu hijo faltará a tus cumpleaños?

—¿A qué hora es? —pronunció, luego de quedarse unos segundos callado—

—A las seis de la tarde en mi casa, bebé, haré mole y otras cosas ricas.

—¿Qué quieres que llevemos?

Letty le pidió vino, Jorge asintió, su novio tenía una gran colección de vinos y sabía que no le importaría destapar alguno para una ocasión importante como esa, conocía a Diego, él se emocionaría mucho, se pondría muy nervioso, buscaría su mejor ropa y aún así, estaría aterrado antes de entrar donde sus padres.

Igual a cómo él estuvo las primeras diez veces que vio a sus suegros, bueno, tal vez casi once.

Cuando llegó a su casa, pudo escuchar la música muy fuerte, consomé llegó corriendo a recibirlo, Jorge sonrió al sentir el delicioso aroma a verduras salteadas y salmón ahumado, sin contar el delicioso aroma que desprendía su alfa al no haberse tomado ningún supresor y acabar de bañarse.

Cuando llegó hasta el, envolvió sus brazos en su cintura, Diego se volteó y le dio una vuelta, sonriendo cuando Jorge se carcajeo.

—Te tengo una sorpresa.

—¿Ah sí?

—Te vas a cagar.

—Interesante —lo acerco para besarlo, hasta que Jorge puso su mano y sonrió—

—Mis papás nos invitaron a una cena en su casa, sólo estarán ellos dos, Omar, su novio, tú y yo.

—¿Qué? —el alfa no pudo evitar ponerse nervioso—

Amigos... ¿Con derechos?. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora