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"Ojalá tenga tus rizos y sea tan blanco como tú"

"Un niño y una niña serían perfectos"

"Me harás el hombre más feliz del mundo cuando eso suceda"

Jorge pensó que nunca se sentiría así durmiendo junto a Diego, débil.

Recordaba su pasado, todas las veces que se había dormido llorando junto a su amante, ya fuera Leslie o ese chico con el que anduvo en la prepa, sin embargo nunca pensó que aquello pasara con Diego, en la cama de Diego, y mucho menos después de haber compartido un celo agradable.

"Nunca serás suficiente, se aburrirá y se irá"

¿Enserio tenían razón?

Se paró de la cama y se escabulló hacía el baño, buscando el contacto de su hermana, cuando estuvo encerrado se cubrió la boca para no sollozar de más, pero cayó de rodillas, marcándole rápidamente, sintiéndose tan mal.

—¿Coky?

—Danna...

—¿Qué te hizo? ¿Estas bien? Dios mío, Jorge, sabía que no tenías que ir, ¿cómo se te ocurrió?

—Quiere hijos, Danna —sollozó— él lo dijo... El dijo que me quería ver embarazado de sus cachorros, que tuvieran mis rizos y mi piel pálida —entonces no aguanto más, soltando un chillido— ¡yo nunca le podré dar eso!

Danna solo lo escucho desahogarse del otro lado del teléfono, se sentía tan mal por su hermano.

...

Cuando abrió sus ojos los cerró inmediatamente, gruñó un poco y le dio la espalda a la ventana, buscando con sus manos el delgado y cálido cuerpo de Jorge, que siempre estaba junto a él. Tenía muy pocos recuerdos de los últimos días, pero sabía que Jorge había disfrutado, bueno, mínimo parecía no dolerle. 

—Omega... —pero no estaba a su lado, solo había una cama fría y sobre la mesita de noche de su novio, una nota—

"Tuve que ir a trabajar, el desayuno está listo, besos"

Diego sonrió y se enderezó, suspirando al sentir la pesadez de su cuerpo, el dolor de espalda baja y lo irritada que se sentía su pelvis. Se dio un baño, se puso ropa cómoda y camino hacia la cocina, era extraño, Jorge nunca cocinaba.

...

Estaba sentado sin decir nada, solo mirando un punto fijo de la pared, había mentido con que sentía que se había contracturado para no tener que poner coreografías ese día, pidiéndole a su asistente que se encargara por ese día.

Escucho como alguien tocaba la puerta de su oficina, así que se levantó y saco unos papeles, para fingir que estaba trabajando.

—Pase.

Al ver a sus dos amigas fuera sonrió, ambas chicas se acercaron al omega, el cual cerró sus ojos empezando a sollozar con tristeza.

—¿Qué pasó?

Jorge se sentó en los sillones de su oficina, alzó los hombros, cerrando sus ojos, llorando unos minutos antes de alejarse, en momentos como ese, nadie se imaginaba lo mucho que necesitaba un abrazo de su mamá.

Las dos chicas se sentaron delante de él, esperando que empezara a hablar.

—Compartimos su celo —alzó los hombros, limpiando sus lágrimas— Yo... Él m-me anudó... Supongo que sabía que no estábamos usando protección, no lo sé, no sé qué tan consiente estaba...

—Tranquilo... —dijo dándole un pañuelo, Jorge de limpio los ojos, soltando varias lágrimas más—

—Tocó mi abdomen —gruñó, abrazándose ese sitio— dijo que quería que fuera igual a mi... Que nuestro hijo o hija tuviera mi cabello y mi color de piel, mis ojos y su nariz —limpio sus lágrimas, suspirando— Que él sería el hombre más feliz del mundo cuando me embarazara, cuando le diera a sus hijos —susurro, ahora rompiendo en llanto—

Ambas chicas lo abrazaron con fuerza, el solo lloriqueo contra ellas, sintiéndose mal omega, ahora si, se sentía vacío. Muy vacío.

...

Diego había estado todo el día en casa, por ahora no tenía ninguna película que grabar, había decidido tomarse un break, de todas formas trabajo no le faltaba y merecía descansar.

—Conso, ven —le silbó, dándole un trozo de carne que acababa de cortar, le había enviado varios mensajes a su novio, pero no le contestaba, estaba algo preocupado, esperaba no haberlo lastimado, cuando escuchó las llaves de su pareja sonrió, se quitó el mandil y sacudió su cabello, cuando él menor abrió la puerta sus ojos se abrieron y sonrió.

—Que bonito estás, te extrañe —Jorge sonrió de lado, Diego lo envolvió en sus brazos acariciando su espalda, él omega sólo se acurrucó en su hombro con algo de tristeza— ¿Por qué hueles así? —dijo algo intranquilo, aspirando el olor de su cuello— Hueles amargo... ¿Estas triste?

—No...

—¿Te lastime? Perdóname, enserio no fue mi intención... No tenemos que volver a pasar mi celo juntos, perdóname... No quería herirte...

—Eso no fue el problema —dijo, sonriendo— Me gusto, me vine varias veces, solo tuve mucho trabajo, amor, me duele mucho el cuerpo, ya sabes...

—Perdóname por eso —susurro, acariciando su cintura— Vamos a la habitación, te daré un buen masaje, ¿si?

Cuando llegaron Jorge solo se metió al baño, se quito la ropa y se metió a la tina, envolviendo sus brazos en sus rodillas, varios minutos después Diego tocó la puerta, Jorge volteó hacia aquella al ver que era abierta.

—Huele hasta afuera, Jorge —susurró, viendo que ni siquiera tenía los rizos mojados, lo que indicaba que solo se había sentado ahí todo el rato, abrazando sus piernas— ¿qué hice mientras estaba en celo?

—Nada...

—Jorge, te conozco como la palma de mi mano... Se que siempre llegas sudado de tus ensayos y con el pelo amarrado ya que se te esponja, hoy lo traes perfecto, nunca llegas con los ojos rojos ni les llamas a tus amigas a tu oficina, porque Alex me lo dijo... Cuando te sientes mal comes menos porque sientes que es la única forma en la que puedes castigarte... Nunca hueles así, siempre hueles dulce o simplemente no tienes olor porque tomaste supresores, hoy saliste tan apresurado de la casa que los olvidaste... Por favor dime qué hice.

Jorge se hundió en la bañera y salió nuevamente, ahora con el cabello mojado, miro a Diego y alzó los hombros, acariciando su mano con su dedo.

—¿Tú quieres hijos?

Había dado en el clavo.

Amigos... ¿Con derechos?. Where stories live. Discover now