55.

371 32 5
                                    

Sonrió al ver a Diego dormido a su lado.

Desde que los cachorros llegaron al mundo, casi tres semanas atrás, estaba seguro de que el que menos había dormido de los dos, era Diego, levantándose ante el mínimo ruido que hacían los cachorros o simplemente sin dormir, levantándolo solo cuando era muy necesario (como para darle pecho).

Hizo una mueca sin querer levantarse, abrazó la cintura de su esposo y se acurrucó sobre su pecho, Diego volteó rápidamente, sonriendo al ver el rostro del más joven sobre su cuerpo.

—Buenos días... —susurró, cerrando sus ojos, mientras acariciaba las mejillas de su omega—

—Buenos días —susurró de igual forma, abriendo un ojo al ver como acariciaba sus mejillas— Ya sé que tengo que depilarme, déjame.

—Me gusta, no me molesta —sonrió, aún sin abrir los ojos— yo tampoco e podido hacerlo, no te preocupes, los niños son agotadores.

Voltearon hacia el buró al lado de su cama al mismo tiempo, al ver que daban las once de la mañana se levantaron de su cama, los cachorros se despertaban prácticamente cada hora, ellos aprovechaban a dormir lo más que podía mientras sus bebés no lloraban.

El día anterior, Elian había tenido cólicos, ninguno de los tres durmió en toda la noche, por lo que no pudieron cerrar los ojos hasta al rededor de las seis de la mañana.

—¿Señores? —su empleada tocó la puerta, ambos se levantaron y se estiraron un poco, antes de que Diego respondiera—

—¿Mande? —preguntó, poniéndose una camiseta—

—Sus padres están aquí, señor.

—¿Los míos? —dijo sin entender, ya que no habían avisado—

—No, no los de usted, los del señor Jorge.

Diego volteó hacia Jorge, Jorge volteó hacia Diego, ambos lo pensaron unos minutos, sin hablar, sabían comunicarse solo con la mirada.

—¿Estás seguro?

—Ya están aquí, ¿qué más podemos hacer? —suspiró, quitándose la ropa, antes de meterse a la ducha— Viste a los cachorros, por favor, no quiero que nos encuentren en pijama.

Diego asintió y caminó rápidamente a sus hijos, les hizo su cuidado de siempre, su cambio de pañal, talco, crema, etc.

Cuando iba por Elaia (la más difícil de cambiar) su esposo salió del baño, así que intercambiaron lugares.

En menos de media hora, ambos estaban completamente listos, los bebés se veían adorables con sus mamelucos, mientras que Jorge traía las prendas más grandes que había encontrado en su guardarropa.

—¿Podrás dar pecho con esa ropa?

—Nunca daría pecho frente a mi familia, me pondrán nerviosos —susurró, aspirando profundamente— ¿qué les digo?

—Nada, deja que ellos hablen —el menor asintió, pero el alfa no tardo en darse cuenta que estaba entrando en pánico— hey... —dijo, antes de besar las manos de Jorge— esta bien... Van a conocer a los bebés, si estás incómodo en algún momento solo tendrás que decirlo y en menos de cinco minutos estarán fuera de la casa, te lo juro.

—Te amo...

—Te amo más —beso sus labios con dulzura, suspirando cuando volvieron a tocar la puerta— Ya voy María.

Jorge tomó a uno de los cachorros, Diego tomó al otro, bajaron las escaleras con mucho cuidado, Letty, Mario, Omar, Erick y su hija, estaban ahí.

Letty se levantó inmediatamente, con una sonrisa enorme en la cara, Jorge ni siquiera pudo verla, mantuvo la mirada abajo en todo momento.

—Ay cachorrito, te convertiste en papá... —dijo con ternura, intentando tomar a su nieto— ¿Yo puedo? —Jorge aparto a su bebé inmediatamente—

—Coky —susurró Diego, algo preocupado por el olor de Jorge—

—Son Elian y Elaia —susurró, volteando a ver a sus padres— Elian es omega, Elaia es alfa, y si van a hablar acerca de sus castas ni siquiera quiero verlos aquí.

—No estamos hablando de sus castas, Jorge.

—Yo sé que odias a los omegas varones, papá —tragó, acariciando la cabeza de su hijo— y sé que tampoco eres muy fan de las alfas mujeres... Te lo digo desde antes porque si inten-

Cuando Mario se acercó, Diego se apresuró a intervenir, el alfa levantó la mano, indicando que se calmara, solo quería ver a los cachorros.

Al ver al pequeño bebé sobre el pecho de Jorge, alzó una ceja, el omega cerró sus ojos con algo de temor.

—No se parece en nada a ti.

Jorge volteó a Elian, alzó los hombros, dejándolo más oculto en su pecho que antes.

—Es un poco más parecido a Diego, es igual a él cuando era bebé...

—Pero tiene chinos.

—Si... Es lo que pude heredarle —alzó los hombros— Elaia también es parecida a Diego, pero también tiene mis rizos.

—Y tus pestañas.

—Uh...

—Son bonitos —susurró, alejándose para que dejara de temblar— tus dos bebés, son muy bonitos.

Jorge asintió, iba a sentarse hasta que su sobrina se acercó a él con una sonrisa dulce, miró a la tierna omega y sonrió, agachándose para que viera al bebé.

—¡Wow! ¡Es tuper tiquito!

—Si cachorra, tú eras igual de chiquita cuando naciste.

—¿Puedo cargarlo?

Diego sonrió, se acercó para asentir, cargó a la pequeña y la sentó sobre un sofá.

—¿Los dos estaban en tu pancita, tío?

—Si, los dos estaban en mi pancita, bebé.

—Son bonitos, como tú y el tío yeyo.

Diego hizo un puchero y abrazó a Jorge, sonriendo al ver como la niña veía a sus primitos.

Pasaron varias horas, la cachorra se quedó profundamente dormida, pudieron entablar una conversación decente, después de un rato, Jorge finalmente aceptó que su madre cargara a sus cachorros.

—¿Cómo te has sentido? —preguntó cargando a su nieta, Mario, Omar y Diego estaban en la cocina, sirviéndose algo para tomar, dejando solos a Jorge y a su madre—

—Bien, es difícil, pero me siento bien.

—¿Diego te ha ayudado? No vaya a ser uno de esos alfas irresponsables que dejan a sus omegas a cargo de todo.

—Mi esposo no es como mi papá, mamá —la mujer junto los labios— El ha hecho incluso más que yo estas últimas semanas, es un buen padre.

La mujer suspiró y asintió, mientras intentaba tomar su mano, Jorge no la dejo.

Amigos... ¿Con derechos?. Where stories live. Discover now