11.- Cuarta noche

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Dante quema con una mirada de descontento a Andrea, después que la rubia le preguntó si Fernando, su novio, se encontraba bien

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Dante quema con una mirada de descontento a Andrea, después que la rubia le preguntó si Fernando, su novio, se encontraba bien.

El mafioso responde con frialdad: está vivo...

Andrea: ¿de verdad? ¿qué prueba me das?

Dante: Mi palabra es la prueba.

Ese fue el final de la conversación.
El millonario se dio la vuelta y se dirigió al baño para darse una ducha, mientras que la ojiazul se quedó sentada, respirando con dificultad, apretando la manta contra su pecho.

Poco después, el hombre salió del baño y dijo: me voy a trabajo, estaré de vuelta en la noche... pruébate la ropa que te compré...

Dante está de pie junto a la cama con una toalla en las caderas. No lleva nada más. Sólo la toalla y una montaña de poderosos músculos. Su piel está húmeda, bronceada. Un pecho firme y extenso, lleno de vellosidad, que provoca que Andrea no pueda apartar la vista del cuerpo del varón.

El pelo negro y húmedo cae sobre su frente. Gotas de agua goteaban de ella
sobre su pecho hinchado por el balanceo regular.

Andrea: ¿Tendré que volver a estar encerrada hasta la noche?

Dante: Sí, por ahora.

Andrea: ¿Puedo al menos dar un paseo por el jardín? Aunque sólo sea por un par de horas.

Dante contestó tajantemente: no puedes...

Desesperada, la rubia pregunta: pero, ¿por qué no puedo salir de esta habitación? ¡no me escaparé, lo prometo!

Dante: Es imposible escapar de aquí y la razón es esta: no quiero que mis guardias babeen mirándote... le has gustado a varios de ellos, uno incluso me pidió usarte después de que terminaran nuestras siete noches... su atrevimiento le costó par de dientes caídos.

Andrea sintió miedo al escuchar al mafioso y se tapó la boca con la palma de la mano.

Dante se rio: No te preocupes, no te daré con nadie. ¡Sólo yo tengo derecho a usarte!

El millonario acorta la distancia entre él y Andrea en un segundo. De repente, la agarra por la nuca, tirando de su pelo hacia abajo, y le cubre los labios con los suyos, dándole un beso duro y apasionado.

El pelinegro gruñe: ¡Mía!

Mueve su lengua con más fuerza, introduciéndola rápidamente en la garganta de la chica en una estimulante espiral.

7 noches con el mafiosoWhere stories live. Discover now