36.- El cumpleaños del mafioso

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¡El día de la fiesta de cumpleaños de Dante Santoro ha llegado!

Andrea miró por la ventana de su habitación y vio que los invitados llegaban y llegaban, bajando de sus elegantes coches con trajes extravagantes.

Por supuesto, no había cientos de invitados, sólo los más cercanos al mafioso, y cuando llegaron, el jardín de la casa de Dante Santoro se había convertido en un lujoso oasis.

Se colocaron mesas en el jardín, se montó un escenario con músicos y hermosas decoraciones. Hace mucho tiempo que la ojiazul no veía algo así.

Observaba con deleite, desde la ventana, el tráfico de personas que reinaba desde primera hora de la mañana.

Al anochecer, la casa de Dante estaba irreconocible, muy concurrida y ruidosa. Durante el tiempo que Andrea había estado viviendo ahí, sólo la acompañaban el silencio y la soledad, pues nadie más que los guardias y los sirvientes llegaban. Ahora todo había cambiado.

¡Qué acontecimiento! ¡El cumpleaños de un hombre poderoso y respetado en el mundo de la mafia!

A pesar de su condición en esa casa, Andrea creyó que tenía que regalarle algo a Dante, pero qué se le puede regalar a alguien que lo tiene todo... después de mucho pensarlo, se decidió por una pulsera de oro.

Cuando la vio, le pareció interesante y sofisticado. La vendedora le aseguró que esas pulseras están de moda.

Andrea compró el regalo un día antes, cuando salió a dar un paseo por el centro comercial, acompañada de un guardia de seguridad, por supuesto.

A veces podía salir de su jaula de oro, siempre y cuando contara con el permiso de Dante.

Andrea pensó: Llevará esa pulsera y se acordará de mí cuando yo ya no esté.... Tal vez, o quizás se deshaga de ella, como lo hará de mí cuando ya no le sirva.

La rubia continuó pensando: Al menos tendrá algún recuerdo de mí... o quizás... nuestro hijo tenga mis ojos, el color de mi pelo, o sus labios se parezcan a los míos.

Estos pensamientos la hicieron sentirse triste de nuevo.

¡Ya basta, Andrea! Este no es el momento para eso, se dijo a sí misma.

Se miró en el espejo y terminó de arreglarse el cabello. Enderezó la espalda con orgullo y salió al pasillo, dirigiéndose a las escaleras.

El vestido que Dante le había dado era increíble. Los sirvientes que la conocían se sorprendieron al verla y los invitados que la veían por primera vez, la observaron con envidia, especialmente las chicas.

 Los sirvientes que la conocían se sorprendieron al verla y los invitados que la veían por primera vez, la observaron con envidia, especialmente las chicas

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7 noches con el mafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora