24.- Madre de alquiler

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Pasa una semana, y poco a poco Andrea se va instalando en la casa de Dante Santoro

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Pasa una semana, y poco a poco Andrea se va instalando en la casa de Dante Santoro.

En su situación actual, todos la tratan mucho mejor que la ocasión en que estuvo cautiva.

Ahora Andrea tiene una sirvienta particular, una chica joven y agradable, con la cual tienen pequeñas charlas femeninas.

Los días de Andrea transcurren en dormir. Comer. Y caminar. Pasa la mayor parte del tiempo sola, mirando los altos muros de la valla y a los guardias que van de un lado a otro.

No puede escapar. Andrea recuerda exactamente cómo terminó su huida de la clínica. No se puede escapar de Santoro. La encontrará en cualquier parte. Incluso en el infierno.

En los últimos días, Dante rara vez le presta atención. Se mantiene frío, reservado, arrogante. Sólo se cruzan un par de veces en la casa, y cuando pasa a su recámara para preguntar por su bienestar.

La semana transcurre monótona y aburrida, y las náuseas matutinas son cada vez más frecuentes para la rubia.

Ella se percata que Dante está preocupado no sólo por los negocios sino también por su prometida hospitalizada. Según él, está en el hospital y está siendo tratada por los mejores médicos del país. Tal vez la envíen al extranjero para que reciba tratamiento e intenten luchar por su salud.

Para Andrea no tiene sentido luchar si no puede salvar sus ovarios. De todos modos, es un gran milagro que haya sobrevivido al tiroteo.

Algunas veces Andrea se pregunta por qué Dante no la había enviado a vivir a un piso aparte, bajo la supervisión de un guardia.

Quizá porque piensa que intentará huir de nuevo, o quizá piense que dejarla sola con otro hombre no es una buena idea.

Dante se muestra celoso, incluso cuando alguno de los guardias se le acerca demasiado. Le lanza miradas poco amables a los guardias si se permiten hacer algo más que eso.

En otras ocasiones, Andrea piensa en Victoria, quien a pesar de ser la prometida de Dante, no le desea ningún mal como rival, ya que ni siquiera se conocen en absoluto. Sólo la ha visto de lejos una vez.

La rubia lamenta que ahora Victoria nunca podrá tener hijos.
Puede imaginar su reacción cuando comprenda que no podrá cumplir con el destino de su vida, que le fue dado por la naturaleza: dar a luz a un niño. Un heredero.

Sobretodo a un hombre rico e influyente como Dante Santoro.

Incluso Andrea llega a compadecerse de Victoria, puramente como mujer.

7 noches con el mafiosoWhere stories live. Discover now