41.- Parto sangriento

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Una noche antes de la boda

Dante: ¿Qué haces aquí, en mi casa, Victoria? Creí que ya no te vería hasta mañana en la ceremonia

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Dante: ¿Qué haces aquí, en mi casa, Victoria? Creí que ya no te vería hasta mañana en la ceremonia.

Victoria: A partir de mañana, esta también será mi casa... y vine para recordarte algo muy importante.

Dante: ¿Qué cosa?

Victoria miró a los ojos del mafioso y respondió: Quiero que en cuanto yo entre a esta casa, la mujer que va a tener a tu hijo se vaya de aquí... yo no voy a vivir bajo el mismo techo que una cualquiera...

Dante frunció el ceño y contestó rápidamente: Un momento, Victoria, no te permito que te expreses así de Andrea... además, ella no se marchará de esta casa hasta que tenga a mi hijo... ella aún no ha dado a luz...

Victoria: Pues que se vaya a un hotel... tienes el dinero para pagarle una suite en el mejor hotel del país... o cómprale un departamento, pero aquí no la quiero... te lo exijo...

Furioso por la altanería de la mujer, Dante replicó: Tú no me exiges nada, no tienes derecho y estás loca si crees que voy a ser como un perro manso para ti...

Victoria: Tengo todo el derecho porque voy a ser tu esposa... ¿ya lo olvidaste?

Dante: Es a ti a quien se le olvida por qué vamos a casarnos... lo haremos porque así le conviene a tu familia y a mí...

El rostro de la hermosa mujer cambió, de repente parecía tan feo, como si hubiera envejecido diez años en un segundo, debido a la rabia que la consumía.

Victoria: ¡Eres un sinvergüenza, Dante, eso eres! Nuestra relación podría haber sido mucho mejor. ¡Pero nunca me prestaste ninguna atención! Incluso después de la tragedia que viví, apenas me visitabas en el hospital ¡Qué insensible y egoísta eres!

Dante sonrió de manera nerviosa: Por favor, Victoria, no te hagas la víctima... ni tu padre ni yo te engañamos nunca... tú siempre has sabido que entre nosotros no hay amor, sólo conveniencia.

Victoria: Sí... Yo sé que no me amas... pero y ¿a Andrea? ¿A ella sí la quieres?

Dante guardó silencio, apretando la mandíbula sin responder.

Con sonrisa socarrona, Victoria habló burlonamente: Claro, eso es... ¡Todo se debe a esa mujerzuela! ¡Esa pobretona con la que te acostaste y vas a tener un bebé! Ella es la culpable de que no puedas quererme... La amas... ¡Estás enamorado de Andrea!

Dante: ¡YA CÁLLATE! Y si estás tan indignada con todo esto, pues dile a tu padre que ya no vas a casarte... a mí ya no me importa...

7 noches con el mafiosoWhere stories live. Discover now