33.- Pasión en la isla

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Dante: Ahora es el momento de nadar.

Las palabras de Dante sacan a Andrea de su ensoñación... la rubia pensaba en confesarle al padre de su hijo los sentimientos que habían despertado en ella.

No entendía cómo, ni cuándo, pero ahí estaba, arrodillada frente al mafioso que la secuestró y la embarazó y del que ahora se sentía estúpidamente enamorada.

Las palabras "Te amo" no alcanzan a salir de los labios de Andrea... la ojiazul solo ve cómo el ardiente mafioso se da la vuelta mirando hacia el mar.

El barco reduce la velocidad y la rubia se percata que están en mar abierto, donde el agua es clara, limpia y el colorido de la naturaleza es arrebatador y tranquilo

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El barco reduce la velocidad y la rubia se percata que están en mar abierto, donde el agua es clara, limpia y el colorido de la naturaleza es arrebatador y tranquilo.

El varón insiste: Vamos a nadar.

Andrea: No soy una buena nadadora. Me sentaré en la cubierta y te veré desde un lado.

Andrea se ajusta el sombrero en la cabeza y coloca su mano izquierda en la barriga, acariciándola.

De alguna manera, la ojiazul no desea hacer nada que ponga en riesgo a su bebé. Cualquier cosa puede pasar en aguas profundas.

Dante asiente y se acerca al borde de la cornisa. Al calor del sol, su piel se convierte en un bronce resplandeciente ¡Resplandece como una especie de Dios griego!

Empujando desde el borde, hace un hermoso y flexible salto con su cuerpo frontal en el agua.

El agua vuela en todas direcciones, él desaparece bajo el mar y el corazón de Andrea late como una ametralladora.

Un hombre de piel oscura de la tripulación aparece a su lado, tendiendo amablemente una bandeja plateada de zumo decorada con rodajas de fruta.

Andrea: Gracias.

Ella bebe un par de sorbos y suelta un suspiro de felicidad mientras disfruta de la paradisiaca vista.

Mientras Dante nada por el Mediterráneo, Andrea admira sus movimientos, embelesada mirando la fuerte figura que entraba y salía del agua. El baile de su fuerte cuerpo y sus duros músculos le fascina tanto que a veces se olvida de la situación en la que está metida.

Después de varios minutos, Dante se acerca nadando al barco. Sube las escaleras, agarrando el pasamanos plateado con sus fuertes manos.

 Sube las escaleras, agarrando el pasamanos plateado con sus fuertes manos

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7 noches con el mafiosoWhere stories live. Discover now