25.- En el vestidor de damas

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Después de salir del hospital privado, Dante maneja su elegante automóvil mientras observa con el rabillo del ojo a Andrea, quien se muestra emocionada después de la ecografía

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Después de salir del hospital privado, Dante maneja su elegante automóvil mientras observa con el rabillo del ojo a Andrea, quien se muestra emocionada después de la ecografía.

Dante le pregunta: ¿estás llorando?

La rubia niega con la cabeza, no quiere mostrarse débil, pero la realidad es que sí se emocionó demasiado al ver al bebé que crece en su interior en una pantalla.

Parpadeando los ojos, responde: No, no, es sólo... algo en mi ojo.

Dante suspira con fuerza: ¡Te llevaré a un restaurante!

Andrea: no es necesario... puedo comer en casa...

El mafioso la mira de forma extraña, larga y detenidamente. Y de repente le pone la palma de la mano en la cintura, bajando la tela de su vestido barato.

Dante: Tienes razón, puedes comer en casa, pero ¿qué son estos trapos miserables? Me estás avergonzando en público.

La chica se estremece y dice: No tengo nada más que ponerme...

Dante: ¡Eres mi mujer!

Las palabras del ojinegro golpean el corazón de la rubia, haciendo que se sorprendiera. Por un segundo, su estómago se revolvió de alegría.

Dante agrega: Mi mujer, que lleva a mi heredero, no debería andar en harapos, ¡es una
vergüenza!

Andrea agacha la cabeza: Lo siento, pero la ropa que tengo ha dejado de quedarme. Pensé que tú mismo te habrías dado cuenta de lo obvio.

Dante: no seas tan modesta conmigo, Andrea... ¡Vamos!

Andrea: ¿a dónde?

Dante: ya lo sabrás.

El mafioso gira el volante de su auto y lo dirige con rumbo al centro de la ciudad.

Unos minutos más tarde, ambos están de pie frente a un enorme escaparate transparente de la tienda más sofisticada de la ciudad.

Los empleados los reciben con honores.

Andrea se siente como si estuviera en un sueño. Se queda boquiabierta, no podía moverse.
Se queda mirando todas esas largas filas de estanterías llenas de marcas de lujo para todos los gustos y colores.

La chica se pregunta: ¿acaso me ha traído aquí para comprarme ropa? ¿Es esto realmente todo para mí?

De repente, se da cuenta de que Dante estaba aún más conmovido que ella por la imagen del monitor de la ecografía. Pero apenas dio señales de ello.

7 noches con el mafiosoWhere stories live. Discover now