Capítulo 10: Serena

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Estoy súper mareada y no me dan ganas de abrir los ojos. Ni idea de dónde estoy ni por qué me tienen amarrada. Bueno, en realidad no estoy amarrada, sino que hay algo pesado encima que no me deja mover. Creo que es Tormenta, que está sobre mí dándome masajitos para que me despierte.

Trato de acordarme de lo último que pasó. Nos escapamos de los que nos disparaban y nos salvaron, pero...

—¡Carajo! —Me paro de un salto al acordarme de que me drogaron.

—Serena, ¡tranqui! Estás bien, estamos a salvo —mi amiga trata de calmarme.

—Tora, ¿dónde estamos? ¿A ti también te drogaron?

Antes de que Tormenta pueda contestarme, entra un hombre que me deja sin aliento. Es alto y musculoso, con una cara que parece esculpida por los dioses. Sus ojos azules me miran con intensidad.

—Me alegra saber que ya estás despierta, Serena. Quiero pedirte perdón, pero este lugar es súper secreto y no puedes saber todavía dónde estamos. Quiero que entiendas que lo hice solo para proteger a los que cuidamos aquí.

Ya iba a echarle una sarta de insultos y gritos para que me dejara libre, pero ante sus disculpas, que sonaban de verdad, y si era cierto que aquí protegían gente, era lógico.

—Una capucha negra hubiera sido suficiente —le digo con mala cara.

—Tomaré nota para la próxima vez —no puedo evitar sonreír.

—¿Dónde estamos? ¿Por qué nos ayudaron?

—Serena... —miro a Tora— Pastelito, sé que has pasado por mucho estos días —yo asiento sin más— Bueno, necesito que escuches a Cris con mucha atención, pon toda tu onda, mente abierta y no importa lo que diga, espera al final de su historia.

—Ok, ¿hay cosas que no me van a gustar?

—No lo creo, solo será información que no sabes y te puedes asustar, así que te necesitamos tranqui.

—Serena, después de que te explique y si no estás de acuerdo, no nos crees o lo que sea, te prometo que las dejaremos ir a donde quieran, pero no podrás volver aquí. Prometo usar la capucha. Si decides confiar en mí, podrás quedarte. No eres prisionera ni nada —me explica Cris. Le hago una seña de que he entendido.

—Antes de que me expliques... —Miro a Tora y le pregunto— ¿Tú sabes lo que pasa? —Ella me mira fijo y asiente— ¿Confías en ellos?

—Confío, pero mi lealtad está contigo —me da seguridad su respuesta. Una pregunta se forma en mi mente.

—Tormenta, ¿has sido tú quien pidió que nos ayudaran?

—Solo dije que la nieta del señor Hartmann estaba en problemas.

—¿Espera, conocen a mi abuelo?

—Queríamos mucho al señor Hartmann —me contesta Cris con un tono de tristeza en su voz.

—Vale, estoy lista para escuchar. Suéltalo

Me quedo sin palabras cuando Cris me cuenta la verdad sobre mi abuelo. Él era un héroe que salvaba a seres increíbles, como hombres lobo, vampiros y hadas, de la persecución y la extinción. Él creó esta fortaleza para darles un hogar y una esperanza. Él era un visionario, un líder, un amigo.

Mi abuela era una faelina, una persona que podía controlar a un fael, un ser que se parece a un dragón más pequeño, pero que puede controlar un elemento o varios. Mi abuela controlaba a un fael de la oscuridad, y tuvo que escapar de su clan por eso. Mi abuelo la encontró cuando trabajaba de seguridad en una empresa. Ella trabajaba ahí limpiando. Él no dudó en aceptarla y la amó tal como era. Juntos, formaron una familia y una misión.

ALFA VENDIDO: CADENAS ROTASWhere stories live. Discover now