Extra 02: Remy

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(BL)

—"Vamos, Remy, ve con él," me incita Serena con una sonrisa. "Quizás quiera hablar contigo, tal vez hasta pedirte perdón."

—"Sí, Remy, ve con él," insiste Tormenta, dándome un empujoncito.

Ellas me alientan, pero yo... vacilo. ¿Qué hacer? ¿Qué decir? ¿Ir hacia él o alejarme? ¿Me aceptará esta vez o me volverá a dar la espalda?

—"No, no puedo," les respondo, sacudiendo la cabeza. "No estoy para otro rechazo."

Me miran con lástima y no insisten más. Me quedo con ellas y nos dirigimos a la fortaleza. ¿Habré hecho lo correcto o dejado pasar una oportunidad? ¿Lo volveré a ver o se habrá ido para siempre?

Al llegar a la fortaleza, Ramón nos espera. Nos informa que debemos cazar a Droch. Max, sediento de venganza, insiste en que lo acompañe, pues desconocen qué esperar de la nueva aliada de Droch. Leandro, Eryck, Cris y Ramón también se unen. Serena y Tormenta se quedan coordinando desde la fortaleza.

Acepto y me preparo. Quiero mi venganza. De esa bruja, no sé nada, solo que es un misterio.

Nos embarcamos en una camioneta y cruzamos un portal. Este nos lleva al lugar que Stefan, el alfa, nos ha proporcionado. Un sitio oscuro, lleno de trampas y peligros: el refugio de Droch.

Ignoro si regresaré o si este es mi fin. ¿Me importa acaso? Solo sé que quiero hacer algo significativo antes de partir.

Pienso en Johans y siento un hueco en el pecho. Su rechazo duele. No entiendo qué quiere de mí, ni qué siente. Solo sé que lo deseo y que es inalcanzable.

Considero abandonar la fortaleza tras la batalla. Buscar una monlie para Johans, para que el rechazo no lo hiera. Es un último recurso para aquellos que no soportan el dolor. Si sobrevivo, quizás me vaya lejos.

Regresamos triunfantes de cazar a Droch. La batalla fue ardua, pero Droch yace muerto y la bruja oscura, ahora a salvo, resulta ser la inocente hija de Droch y Noira. No quiere recordar lo vivido. La llevamos con Bianche, la bruja blanca, para su curación y protección.

Bianche ofrece curarnos, pero rechazo su ayuda. Mis heridas son superficiales, y la sangre, mayormente de los lobos enfrentados. Prefiero la soledad, olvidar todo.

Entro a mi habitación y cierro la puerta. Me despojo de la camiseta y examino mis heridas frente al espejo. Son solo rasguños y moretones. Me limpio y aplico una crema cicatrizante. El cansancio y el dolor no son solo físicos, sino también del alma.

Un golpe en la puerta me sobresalta. Al girarme, veo a Johans, que ha entrado sin permiso. Su mirada es de preocupación. Nunca lo había visto así: pálido, sudoroso, con los ojos rojos y el labio lastimado. Parece haber corrido y luchado.

—Remy, ¿estás bien? —me preguntó con esa voz ronca que tanto me irrita.

—Por supuesto que sí, ¿acaso no lo parezco? —respondí con mi acostumbrada frialdad.

—No, definitivamente no lo estás —afirmó, negando con la cabeza como si fuera el experto en mi bienestar—. Estás herido y sangrando. Permíteme ayudarte.

Comenzó a inspeccionarme con más entusiasmo del necesario, palpando mi pecho y levantando mi brazo como si fuera un muñeco. Sus dedos recorrieron mis heridas, provocándome una mezcla de incomodidad y vergüenza. No necesito tu compasión, pensé, deseando que desapareciera.

—No requiero tu ayuda, gracias —le dije, apartándolo con un gesto decidido.

—Por favor, Remy, solo déjame hacer algo por ti —insistió, agarrándome de nuevo con esa persistencia que roza lo molesto.

ALFA VENDIDO: CADENAS ROTASWhere stories live. Discover now