Capítulo 14: Serena

2 1 0
                                    

Briam se pondría furioso si supiera que hemos salido a escondidas. No respeta mi autoridad como jefa ni reconoce que he ganado fuerza y velocidad gracias a Katzi en estos dos años. Siempre nos dice que no podemos ir solas a una misión, pero no tenemos otra opción. El resto del equipo está ocupado en otro asunto y solo quedamos Tormenta, Bianche y yo. Bianche nos ha echado un hechizo de cambio para disimular. Yo parezco un hombre gordo y Tormenta un guardaespaldas. Estamos cerca del objetivo.

Bianche dice que la niña que buscamos está aquí. El lugar parece tranquilo, pero no nos fiamos. Hemos conseguido una invitación falsa para entrar. No sabemos qué nos espera. No hemos tenido tiempo de averiguar más. Nos bajamos de la Hummer con valor. Le muestro mi invitación a una señorita que parece elegante y sencilla, sin nada de vulgaridad. Me da la impresión de que nos hemos confundido de sitio.

Después de escanear la invitación, nos dejan entrar. Parece un restaurante elegante, como LaRose. Nos indican que tomemos el ascensor. Al bajar, un guardia de seguridad revisa a Tormenta. Aunque tenemos otra apariencia, es solo una ilusión. Si se acercan demasiado, nos descubrirán. La escanean y comprueban que no lleva armas. Hacen lo mismo conmigo y con el maletín que llevo. Les enseño el contenido del maletín y nos dan el paso.

Entramos y echo un vistazo rápido al lugar. Enseguida me arrepiento. Se me revuelve el estómago y avanzo con la mirada al frente. Sé que Tora está igual que yo. Esto no debería sorprendernos. Ya hemos hecho rescates parecidos con los chicos. Entrar a una mansión llena de matones, fingir ser millonarios y comprar al rehén. Simple y rápido. Pero este lugar es demasiado para nosotras.

Una mujer se nos acerca. Es realmente hermosa. Creo que es un hada. Nos indica nuestros lugares para la subasta. No tenemos mucho dinero. Solo lo necesario para que parezca real cuando lo toquen. Pero una vez terminada la misión, Bábidi Bu todo volverá a ser como antes. Nos dice que la subasta empieza en quince minutos y que podemos echar una mirada a los otros ambientes. Empezamos a recorrer las instalaciones con el objetivo de captar todo lo que podamos y buscar salidas en caso de emergencia.

No puedo evitar que nada me afecte, soy un viejo al que le gustan estas porquerías, no a las personas sino a lo que hacen con ellas. En la esquina hay un hombre cuyo cuerpo es un mapa de sufrimiento, se le ve frágil, con marcas de tortura y violencia. Su piel es blanca y áspera, tiene algunas heridas que parecen recientes. Su cara es una mueca de dolor y vacío, con la mandíbula tensa y la nariz torcida. Sus ojos son grises y sin vida, unos cristales celestes casi plomos que no reconocen nada de lo que ven. Su pelo es castaño oscuro, con un corte descuidado y sucio. Me da pena, mucha pena, pero también curiosidad.

Antes de que se acerque otro cliente, le pido a la hada que nos atendió que lo traigan a mi lado, que quiero entretenerme en la subasta. La mujer no dice nada y habla con un humano, este asiente. Sé que Tora me quiere matar con la mirada, sé que estoy complicando la cosa, pero no dejo de pensar en ese hombre roto. ¿Qué le habrán hecho? ¿Qué sentirá? ¿Qué pensará?

Una vez que nos ubicamos en nuestros lugares, lo traen y lo hacen arrodillarse en el piso. Me percato ahora que lo tengo cerca que se trata de un hombre lobo, un omega. El que me lo dio me da una cadena que está unida al collar que lleva. No sé qué estoy haciendo. ¿Qué voy a hacer con él?

Al parecer no soy la única que tiene a uno de ellos cerca, por lo menos nadie se fija en nosotras. En eso, la música empieza a sonar, veo que el sonido molesta al omega pero este apenas se mueve. Han pasado como media hora donde hadas y otras criaturas bailan, y cuando terminan abren las cortinas y aparece un tanque inmenso de agua y dentro, Josephine, la pequeña niña que hemos venido a rescatar.

Siento un nudo en la garganta, un escalofrío en la espalda. Esto es lo que hemos venido a hacer, pero no sé si podremos. Miro al omega, que sigue arrodillado a mi lado, y me pregunto si él también quiere escapar de este infierno.

ALFA VENDIDO: CADENAS ROTASWhere stories live. Discover now