Capítulo 15: Serena

4 1 0
                                    

Una vez dentro de la fortaleza, bajamos del auto. Tora me ayuda con la niña, mientras intento que el omega me mire y me siga. En eso veo a Bianche viniendo apurada con una camilla. Cuando llega, ayuda a Tormenta a colocar a la niña en ella. Luego mira a Gloomy. ¿En serio? No creo que una madre amorosa le haya puesto ese nombre.

—¿Debería traer una camilla para él?

—¿Te lastimaron? — le pregunto e inmediatamente me doy una patada mental por tan absurda pregunta. Era obvio que estaba lastimado, no exactamente de la huida, pero sí de muchos años. Me pregunto cuántos años tendrá.

—No, amo — me dice. Sus respuestas cortas me están sacando de quicio.

—Bien — le digo mirándolo a los ojos. Él inmediatamente agacha la mirada, suspiro y niego a Bianche.

—Pastelito, ¿qué hacemos con él? Puedo sentir ligeramente que se ha estremecido. Está preocupado.

—Por ahora no pensemos en eso. La prioridad sigue siendo Josephine.

—Bien, pero si Briam pregunta, yo no te conozco — declara Tormenta.

—Ja, mentirosa. Me conoces desde el kinder. ¿Ya se te olvidó quién manchó tu camiseta de pony? Me mira espantada y divertida a la vez. Y avanza con Bianche enseñándome el dedo corazón.

Doy un respiro pesado y volteo a ver al hombre que está ahí parado. No quiero ordenarle nada porque me está molestando eso de "sí, amo", "no, amo". Aún no se ha dado cuenta o no entiende que lo he rescatado de ese sitio. Pero me guste o no, tengo que vigilarlo porque omega será, pero también es un hombre lobo que si se descontrola, no necesitaré a Briam dándome el sermón. Yo misma me lo daré y me castigaré un año sin comer m&m.

—Tú — veo que me presta atención — solo sígueme y no te separes de mí hasta que yo misma te lo diga. No toques absolutamente nada y aunque parece que hablas poco, no hables hasta que te indique. No quiero asustar ni a la niña ni a sus padres.

Veo que no sabe qué hacer porque si me dice sí, amo, me desobedece. Antes de darle más tiempo a que piense, avanzo y le entrego el extremo de su cadena. Llevarla yo me está dando cosas.

Una vez que llegamos a la enfermería, Bianche empieza a revisar con su magia a la niña para ver qué tan lastimada está y si le han hecho algún daño que no podamos ver.

—Solo tiene una extrema deshidratación por estar fuera de su medio — lo dice suspirando aliviada mientras le coloca una manta especial para mantenerla hidratada.

Decido salir de la habitación ya que están entrando los padres de la niña. Sé que cuando las sirenas se hacen mayores pueden cambiar la forma de sus extremidades inferiores en piernas y pueden camuflarse por un par de horas entre los humanos, pero cuando son pequeños ellos no salen del agua. Sus cuerpos son muy frágiles y la pequeña ha estado casi tres días fuera del mar. Desde afuera de la habitación escucho el llanto de la madre y la hija. La voz del padre está rota. Bianche los empieza a tranquilizar y a explicar la situación.

—Esto pudo haber salido mal — me dice Tora tendiéndome dos botellas de agua. Cojo una y la otra se la entrego al hombre que me mira con cara de no entender.

—Abre la botella — le enseño cómo se hace — y bébela con calma — le digo.

Por lo que veo no está bien alimentado. Lo último que quiero es que se atragante de agua y enferme. Veo cómo se la va tomando de a pocos y con cierto recelo. Creo saber qué está pensando: en qué momento se la voy a quitar.

—¿Cuánto falta para el sermón? — le pregunto a Tora.

—Mmm, creo que tenemos...

—¡Serena Hartmann y Tormenta Wisper! — estoy frita, ya llegó, me digo a mí misma mientras escucho los pasos de Briam acercándose.

—Cero segundos — termina de decir Tora.

—¿Se puede saber en qué rayos estaban pensando? Irse solas a una misión. ¿Qué hubiera sucedido si las atrapaban? Si la niña y él salen lastimados — y lo señala — ¿quién rayos es él? — lo dice mientras olfatea el aire.

—Briam, sé que no teníamos permiso, pero llegamos a las justas. Si no, la hubieran vendido y ahí perdíamos el rastro. Los que la atraparon no la han lastimado, pero si la compraban, no sé qué hubiera pasado.

—Rayos, lo sé, lo sé... Ustedes están bien entrenadas, pero eso no quita que me preocupe por ustedes. Y me explicas qué pasó porque...

—Te lo explico a solas. Él es mi responsabilidad — se lo suelto antes de que pregunte más.

—Bien — se acerca y me da un abrazo, el cual gustosa se lo devuelvo — Tora, Ramón quiere hablar contigo — le dice a mi amiga, la cual palidece ante el nombre de su padre.

—Amiga, lleva mis restos a un campo bonito, lleno de flores.

—Dramática — contestamos al unísono Briam y yo.

Tormenta sale en dirección hacia la sala de reunión, donde seguro le espera Ramón.

Briam entra a la enfermería para conversar con Bianche y los padres de la niña. Me asomo un tantito a la puerta para despedirme de ella de lejos.

Quiero ir directo a la cocina para darle algo de comer, pero antes decido entrar al taller.

Sé que es un poco peligroso traerlo aquí, pero es el único sitio donde tengo herramientas para quitarle el puñetero collar. Y tal vez ahí se dé cuenta de que es libre. Veo que está asustado, pero intenta mantener la compostura. Acerco un banco y le indico que se siente. Él lo hace de inmediato. Mientras empiezo a buscar alguna herramienta, cuando la encuentro, veo que tiembla un poco.

—No estoy molesta contigo, ni voy a castigarte, porque no has hecho nada malo — intento calmarlo un poco, pero no veo que funcione. Tengo el presentimiento de que, así decida golpearlo, él no se moverá. Y eso me molesta.

—No me gusta el collar que llevas y te lo quiero quitar para que estés más cómodo — intento de nuevo calmarlo — Ahora puedes hablar conmigo y decirme si está bien.

—No, amo.

—Explícame, ¿por qué no quieres que te lo quite? Prefiero que no lo lleves.

—Duele. No pudieron antes.

Recuerdo que todos los que estaban en el club llevaban grilletes en las muñecas y algunos alrededor del cuello, pero eran menos toscos que este.

—¿Si pudiera sacarlo sin que te lastime, te gustaría?

Veo que no sabe qué decir. Eso quiere decir que toda su vida lo ha llevado. Busco otra herramienta más pequeña para cortar la cadena que está unida.

—Si corto la cadena, ¿eso también duele?

—No duele, amo.

No quiero molestarme con él por llamarme amo. Realmente me está doliendo que me llame así. Corto la cadena y esta cae. Con el pie la alejo de nosotros como si fuera la peste. Pero al acercarme me he dado cuenta de que el collar debe tener un encanto o una maldición. Voy a esperar que termine Bianche con los padres y la niña para que me apoye con eso.

—Mi nombre es Serena. No me gusta que me llamen amo — él se sorprende — No tengo ninguna intención de lastimarte de ninguna forma. No me voy a molestar contigo, así que intenta relajarte.

Parece que está analizando mis palabras. Guardo las herramientas y decido ir de una vez a la cocina a darle algo que comer. Una vez en la cocina, me lavo las manos mientras le vuelvo a indicar que tome asiento. Recuerdo que si una persona lleva muchos días sin comer, lo mejor es darle comida suave. Así que decido calentar un poco de sopa que tenemos que no es muy condimentada, un poco de pan y una fruta.

Sé que debería decirle que se lave las manos, pero ahora no es importante. Me acerco y le sirvo la comida en la mesa. He tenido cuidado en calentar la sopa. No quiero que se queme con ella.

—Quiero que comas despacio. Nadie te va a quitar la comida. Sé que debes tener mucha hambre, pero si comes demasiado o muy rápido, te va a doler el estómago.

Veo que él mira la cuchara como si fuera de otro mundo. Le hago el gesto para que levante el plato y se lo tome, pero él coge la cuchara y empieza a comer tranquilo.

Después de todo el ajetreo de la noche, por fin me siento tranquila.

ALFA VENDIDO: CADENAS ROTASTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon