Capítulo 39: Max

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Desperté en un mundo lleno de nuevos olores. El aroma de chocolate y frambuesa de Serena me envolvía, despertando mi cuerpo. Me quedé inmóvil, temiendo que cualquier movimiento pudiera romper la tranquilidad del momento. Pero los recuerdos de mi pasado como esclavo se agolpaban en mi mente, llenándome de vergüenza y miedo.

Serena me miraba con una expresión de preocupación en su rostro. Podía sentir mis emociones a través del vínculo, y sabía que estaba luchando con los fantasmas de mi pasado. Intenté levantarme, avergonzado, pero ella me detuvo.

—Max,— me dice con voz suave, —no tienes que sentirte avergonzado. Lo que has pasado... no es tu culpa. Eres fuerte, más fuerte de lo que te das cuenta. Y estoy aquí para ti, siempre.

Sus palabras me consolaron, y aunque todavía sentía nerviosismo y vergüenza. Ella me preguntó si quería hablar de eso. Le dije que ella ya había visto todo a través del enlace y de los sueños. Ella me dijo que no quería saber qué me había pasado, sino cómo me sentía.

—Estoy roto, Serena,— le dijo.—Pero estoy tratando de arreglarme. Y tú... tú me estás ayudando a hacerlo.

Ella me dijo que podríamos tomar las cosas con calma, hasta que ambos nos sintiéramos cómodos. Pero que ella confiaba en mí. Le dije que lo intentaría, y ambos prometimos decirnos si había algo que no nos gustaba.

Entonces, reuní todo mi valor y la besé. Al principio ella respondió al beso de una forma suave, dulce, pero yo quería más, y no quería asustarla, en eso siento sus manos acariciando mi espalda, me tenso un poco y ella se detiene.

—Me gusta que me toques—le susurro.

—Bien, por que me gustas mucho—me dice sonriendo y dándome un ligero beso en los labios.

Me gustan sus labios sobre los míos, sus manos vuelven a acariciar mi espalda, decido explorar su rostro, su cuello con mis labios, y la escucho gemir bajo, ese sonido me agrada, veo la marca que la hace mía y la lamo, ella se estremece, no se si la he lastimado así que me detengo y la miro.

—La marca se siente muy intima— me dice sonrojada.

—Lamento haberte marcado sin tu permiso— le digo apenado.

—Se por qué lo hiciste—me mira con cariño y toma mi rostro en sus manos— ahora estoy bien así que pregúntamelo.

—Quiero marcarte— le digo serio—Quiero que seas mi compañera, mi todo,¿me dejarías marcarte?.

—Sí, quiero que me marques- me responde y me vuelve a besar.

Ella me sigue acariciando, ahora sus manos se meten por debajo de mi camiseta tocándome la piel, mis manos viajan a su abdomen y la acaricio hasta llegar por debajo de la ropa hasta donde están sus senos los toque un poco y recorre como los había tocado antes. Ella me mira traviesa.

—Ese día pensé que había soñado con esto— me dice mientras mira mi mano sobre su pecho.

—Lo siento, en ese momento pensé que estarías con el celo y no quería que fueras a buscar a nadie— le digo avergonzado, y cayendo en cuenta que ella es humana y no tiene el mismo celo que un lobo.

—¿Te sentiste obligado ha tocarme?— me pregunta.

—No, solo quería aliviar tu dolor por el celo.

Ella me mira, puedo sentir su tristeza, puedo oler su dolor, no sé que decirle para consolarla, por que no entiendo por que esta así.

—¿Cariño?— la llamo así por qué antes le gustó, pero ahora ella esta llorando.

—En mi sueño, me sentí tan amada, como si realmente quisieras estar conmigo, pero al final no sentías eso, te viste obligado por la situación, porque pensaste que yo te necesitaba de esa forma.—me dice entre llorosos y se me parte el corazón.

—No es así, estaba tan feliz que vinieras a mi, que me abrazaras, me dijiste que me amabas, y me sentí tan feliz, que quise besarte y abrazarte, no sabia que hacer, solo pensé en ti y lo linda que estabas, en que no me mirabas como alguien roto, reaccionabas a mis caricias, y necesitaba tocarte más, tenerte cerca.—le suelto todo lo que siento como puedo.

—Mumm. Ahora dime ¿entonces, si recuerdas que me tocaste?—me dice limpiándose las lagrimas— Ayer solo me dijiste que era por un beso, pero ambos sabemos que fue mas que eso ¿verdad?

—Fue más—le contesto—quiero volver a tocarte, a sentirte así.

Seguimos besándonos cada vez de forma más intensa, necesitaba más de ella, me senté sobre la cama y la atraje hacia mí. Ella se sentó encima de mí, apoyando sus manos en mi pecho. Su cabello caía sobre su rostro, ocultando sus expresiones. La aparté con delicadeza y la besé con pasión.

La parte de arriba de su pijama me molesta, decido sacársela con cuidado. Ella levanta las manos y le quito la prenda, puedo ver la marca del ataque de Droch en su piel. Siento un nudo en la garganta, una rabia que me quema por dentro. Ese desgraciado lobo le hizo daño a mi compañera. Recuerdo como tuve que marcarla como mía mientras ella estaba inconsciente, para salvarle la vida. Me siento culpable. Quiero vengarme, quiero ir a cazarlo con los chicos de la fortaleza.

Pero entonces siento su mano en mi mejilla, su mirada en mis ojos, su voz en mi oído.

—Max, no te dejes llevar por la cólera. Estoy bien, gracias a ti.

Ella me abraza y me besa, y siento su calor y su aliento en mi cuello. Su aroma me envuelve y me tranquiliza, me hace olvidar por un momento el horror que vivimos. Me besa de nuevo y me dice que me ama y que confía en mí. Y yo le digo lo mismo, y le prometo que la haré feliz.

Ella se acurruca en mi pecho y yo le acaricio el cabello. Le susurro al oído que ahora seré yo quien cuide siempre de ella.

—Eres lo mejor que me ha pasado, Serena —le digo—. Me has cambiado la vida, me has hecho querer ser fuerte y mejor para ti.

Ella levanta la cabeza y me mira con sus hermosos ojos verdes. Me hace un puchero y me dice:

—No se vale, Max. Yo también quiero cuidarte, yo también soy tu mate.

Y me da un beso que me deja sin aliento, que me hace sentir vivo, que me hace querer más. Le devuelvo el beso con pasión y la abrazo con fuerza.

—Sí, lo sé, cariño —le respondo—. Ambos nos vamos a cuidar, siempre.

Pero ella parece querer cuidarme de otra forma. Siento por el vínculo sus deseos por mí, y eso hace que pierda parte de mi timidez. La miro con una sonrisa traviesa y le digo:

—¿Y cómo quieres cuidarme?

Ella me responde con otra sonrisa y me besa de nuevo, bajando su mano por mi pecho. Yo gimo y la sigo, dispuesto a dejarme cuidar por ella.

ALFA VENDIDO: CADENAS ROTASWhere stories live. Discover now