Capítulo 50: Serena

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Después de esos tres días, de los más intensos que viví y a los que fui atada voluntariamente a la cama por mi lobo. Nuestra relación en ese sentido ha mejorado mucho, sé que use un truco sucio al decirle que si él se encerraba solo para pasar el celo yo iría tras Droch. Tora estaría más que orgullosa de mi técnica de persuasión.

Los siguientes días he entrenado con Max en la playa, para que aprenda a controlar los poderes de fuego de Katzi. Le estoy enseñando a usar su energía, a canalizarla, a moldearla. He intentado que aprenda a crear llamas, chispas, explosiones, pero a él aún le cuesta. Hemos descubierto que el fuego que producimos puede quemar todo con mucha intensidad, pero a nosotros no nos pasa nada. Más bien, se siente como un abrazo algo cálido que protege pero no nos daña.

Max en su forma humana, sólo puede crear una especie de barrera protectora, que usa para defenderse o para cubrirme. Pero descubrimos que cuando él se transforma en lobo puede hacer que sus garras delanteras se conviertan en fuego. Es un espectáculo impresionante verlo correr por la arena con sus garras ardientes, rugiendo con fuerza.

Estamos entrenando seriamente y bueno jugando un poco en la playa, cuando llega Tora y nos interrumpe. Nos dice que Stefan está en la sala de reuniones para coordinar con Max sobre una especie de acuerdo comercial. Al ser una manada amiga, van a abrir una pequeña tienda para que algunos de los lobos vayan y puedan ofrecer sus productos, y si funciona, proponerlo al consejo para que se replique en otras manadas que son aliadas y sobre todo justas.

Max sale, y Katzi decide acompañarlo, él la lleva en sus brazos y ella se ríe. Yo miro divertida a Katzi, y ella me dice que no me ponga celosa, que ella lo va a cuidar. Max me responde que no le importa, que le encanta estar con Katzi, y que le gusta verme un poco celoso. Tora se ríe, y me dice que mi lobo se está volviendo travieso. Nos quedamos conversando en la arena, mientras los vemos alejarse.

—¿Y qué tal tú y Max? —me pregunta Tora, con curiosidad —¿Cómo va su relación?

—Muy bien, Tora. Muy bien —le digo, sonriendo—. Hemos superado muchos obstáculos.

—Me alegro mucho, pastelero. Te lo mereces —me dice Tora, feliz por mí— Y dime, ¿cuándo van a hacer la ceremonia de la Luna?

—Todavía no lo sé. Pero Max me dijo que quiere hacerla pronto, después de crear la manada —le digo, emocionada..

—¡Qué romántico! —exclama Tora— Estoy segura de que será una ceremonia hermosa, y una noche i-nol-vi-da-ble.

—Sí, eso espero —le digo, divertida— Aunque no creo que pueda ser mejor que...

— ¿Ah, no? Cuéntame y exagera —me dice Tora.

—Fue... increíble — le digo, recordando — Fue en la playa, bajo el sol, frente al mar. Fue el día que liberé el bloqueo que le impedía sentirme, y él me dejó entrar en su alma.

—Wow, Serena. Eso suena... mágico — me dice Tora bromeando- Me has dejado sin palabras, pero necesito detalles, ¿sabe moverse?, vamos dime....

- Bueno, te diré que Max no es que sea un experto en la materia, pero que sabe cómo hacerme sentir, lo sabe, sabe cómo hacerme gemir, y sabe cómo hacerme venir seguido - le digo, bajando la voz.

- ¡Serena! ¡Qué atrevida! - me dice Tora, riendo - No sabía que ya hacían tantas cositas.

Yo me río, y sé que estoy roja. Le respondo pícara, nada de cositas, que nos hemos vuelto muy activos. Ambas reímos, hasta que vemos llegar a Remy.

Desde que regreso de investigar si Noira seguía viva o no, está de un humor insoportable, me estoy arrepintiendo de haberle dicho a Max que invite a Johans a la manada.

ALFA VENDIDO: CADENAS ROTASOnde as histórias ganham vida. Descobre agora