Perfidia: Deslealtad o maldad extrema.
"las malas lenguas cultas la llamaban Aspasia, como a la mujer de Pericles, aquella que, con su perfidia, llenó de sangre el mundo de las calles de Samos y Megara"
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No se quedó mucho tiempo en el evento, de hecho una vez pudo quitarse aquel instinto asesino de encima se retiro sin despedirse de nadie, regresó a casa para darse un baño y recostarse un rato antes de pensar en todo lo pendiente que tenía, de hecho paso un rato leyendo la dedicatoria en el reloj hasta que fue interrumpida por Regina quien entró a su cuarto con un té.
– Te veías pálida cuando regresaste así que fui a prepararte esto
– Gracias pero todavía no quiero darle nada a mi estómago, siento como un nudo horrible — cierra la caja
– Volviste muy temprano — se sienta en la cama — Nada salió como esperabas ¿Verdad?
– Ni un poco — admite con una media sonrisa — De hecho fue horrible, debí hacerte caso y no ir
– Lo siento mucho — suspira — El lado bueno es que escuchaste a tu cuerpo y ya estás en casa descansando
– Si, estoy haciendo tiempo hasta que caiga la noche... Aunque siendo sincera, dudo que pueda verlo hoy
– ¿Quedaron de verse en la noche?
– No, quedo en "avisarme" es por eso que dudo... ¿Puedo ser franca?
– Ay sabes que si — toma su mano — ¿Qué tienes? Estoy preocupada porque nunca te había visto así
– Creo que ya se acabó... Y sentía mucho miedo por este día porque en verdad lo amo Regina pero me esta haciendo mucho daño, digo ¡Mírame! Estoy atrasada en mi trabajo, siento que envejezco por no poder dormir bien... Cada que me estreso por su situación se me revuelve el estómago
– Altagracia...
– Lo amo demasiado — suspira reteniendo las lágrimas — Pero según entiendo, el amor no debe destruir ¿Verdad? Y yo siento que me estoy despedazando cada que estoy con él... Necesito poder alejarme
– Tienes razón, el amor no se debe sentir así ¿Qué vas hacer?
– Hay un proyecto grande de conservación en París, están considerando mi Constructora para darle mantenimiento pero tendría que irme porque debo supervisarlo, sabes que esa es mi área, la restauración de monumentos
– ¿Por cuánto tiempo te irías?
– Tres meses tal vez, porque debo regresar a la inauguración con el ministro
– ¿Y qué te detiene? Antes no lo hubieras pensado ni un poco
– Me detiene él... Pero después de hoy — hace una pausa — Debo ir, las llevaría conmigo pero Isabela tiene clases
– Por nosotras no te preocupes, ve tranquila a París, sólo son tres meses pasarán muy rápido
– Estar lejos de él... Podría ser bueno, cambiar de aire también porque estoy harta de tener que saber lo que hace con su esposa
