Perfidia: Deslealtad o maldad extrema.
"las malas lenguas cultas la llamaban Aspasia, como a la mujer de Pericles, aquella que, con su perfidia, llenó de sangre el mundo de las calles de Samos y Megara"
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– ¿Por qué duerme tanto Livi? — murmura Heli viendo a la bebé en su cuna
– Porque anoche no se quiso dormir — abraza la almohada — No lloraba pero estaba con los ojos abiertos y haciendo ruidos de bebé
– ¿Y papi dónde está? — se voltea
– Fue al pueblo, iba a comprar más pañales para tu hermana ¿Ya desayunaste?
– Sip, con Isa y su mamá ¿Por qué no fuiste con nosotras? — se acuesta frente a ella
– Me quedé dormida — sonríe — Ni siquiera supe bien a que hora salió tu papá de aquí
– Cuando fui a desayunar no lo vi
– Ya debe estar por volver, no te preocupes — bosteza — Mejor cuéntame ¿Qué tienes planeado hacer hoy con Isa?
– Nada, quiero estar con Livi y también está lloviendo
– ¿Sigue lloviendo?
– Creo que paro pero antes de venir a tu cuarto, estaba lloviendo
– Uy el jardín debe estar todo mojado, con razón no tienes nada planeado, no puedes salir a jugar
– Quiero estar con Livi — sonríe — Pero luego saldré a jugar, ella es algo aburrida
– Es que está muy chiquita — ríe bajo — Cuando crezca será más divertida, por ahora te puedes divertir mucho con Isa y Akbal
– Akbal quiere entrar a la casa pero le dije que no
– Muy bien, debe tener mucho lodo en las patas, además se va a divertir más en el jardín ¿No crees?
– Si, puede saltar en los charcos o perseguir a Max, siempre hace eso
Ambas guardaron silencio al escuchar unos tiernos quejidos venir de dentro de la cuna, al parecer Olivia ya había dormido suficiente y necesitaba un cambio de pañal, se lo hizo saber a su mamá al comenzar con su llanto.
– Ya se despertó Livi — dice emocionada
– Parece que si — se endereza acercandose a la cuna — Buenos días mi amor
– Parece enojada — ríe — Aprieta los puñitos chistoso
– Si, debe necesitar un cambio de pañal... Mi cielo ¿Me puedes hacer un favor? Es que no me puedo levantar de la cama todavía
– Sip ¿Qué hago?
– Tu papá me dejo apartados unos pañales y toallitas, en aquella silla de allá — señala — ¿Me los puedes traer?
– ¿Sólo eso? — baja de la cama
– Si, por ahora no necesita que le cambiemos la ropa, quería bañarla pero no puedo — murmura lo ultimo mientras la desviste — Ay ya sé mi amor, estás incómoda pero ahorita lo resolvemos
