Cielo Estrellado.

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– ¿Por qué no quieres dormir tú? — susurra sacándola de su cuna — ¿Uhm? ¿Estás incómoda? ¿Necesitas un cambio de pañal? ¿Hambre?

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– ¿Por qué no quieres dormir tú? — susurra sacándola de su cuna — ¿Uhm? ¿Estás incómoda? ¿Necesitas un cambio de pañal? ¿Hambre?

– ¿Me hablas a mí? — murmura contra la almohada

– Vuelve a dormir, le habló a ella

– ¿Se despertó?

– Aún no duerme — sale de la cama

– ¿Quieres que la pasee? Aunque en teoría ya estás bien, todavía sientes dolor

– Sólo al ir al baño, estoy bien ahora

– ¿Segura que no quieres que te ayude?

– Muy segura — la recuesta sobre el cambiador — Te despertare si no puedo con ella

– Está bien, papi va a dormir entonces — se cobija

– Papi es un suertudo — sonríe acostandola sobre el cambiador — Vamos a ver que es lo que no te deja dormir ¿Si?







Le abre la pijama blanca con detallitos en nubes y revisa que su pañal estuviera seco, al ver que ese no era el problema volvió a vestirla para comenzar el típico paseo por el cuarto mientras la mecia, esto no era nada efectivo la mayoría de las veces pero aún así seguía intentándolo. Como la pequeña Olivia seguía bien despierta decidió probar con darle de comer, de todos modos se estaba acercando el momento, se puso cómoda en el sofá del cuarto y empezó con la rutina de todos los días, al ser una bebé bastante pequeñita le era complicado engancharse a la primera, de hecho debía estimularla unos dos minutos antes de que aceptará su seno.

El cansancio era horrible, sentía como los ojos se le cerraban cada instante pero su cuerpo respondía a la memoria muscular que consistía en no soltar a la bebé por ningún motivo y seguir acercandole el pezon a la boca, ya enganchada sólo aplicaba un par de masajes para que la leche fluyera con más facilidad, agradecía no tener conductos obstruidos, dolor y que su bebé se alimentará bien porque sin duda no tendría la energía para levantarse y preparar un biberón, apesar de tener a José Luís, el pobre estaba igual de agotado así que pedirle que preparará un biberón seria un desastre, tal vez se quedaría dormido en la cocina.







– Te cambio la carita — sonríe contorneando su mejilla con el dedo índice — No podías dormir del hambre mama ¿Uhm? ¿Por qué no lloraste mi amor? Así te habría entendido más rápido... ¿O no había tanta hambre así?







Nunca pensó que se enviciaria tanto con la carita de un bebé, digo cuando se volvió tía se derretia de amor por su sobrina pero esto... Esto era aún más grande que su obsesión con José Luís, tenía la necesidad de verla por horas, sentir aquel rico aroma a bebé, darle besos y estrecharla en sus brazos. No sabía si todo esto es producto del amor que le tenía a ese gran hombre que ocupaba más del 50% de su cama y que estaba roncando como tractor o eran las hormonas que se liberaron durante el parto y las que liberaba al amamantar pero estaba enviciada con su bebé. 








°•°•Perfidia°•°•Where stories live. Discover now