París.

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Después de horas encerrados los tres en aquel avión por fin aterrizaron en París, era de mañana así que llegaron justo a tiempo para desayunar, como Altagracia había avisado de su llegada a la persona encargada de cuidar del departamento, ni bien ...

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Después de horas encerrados los tres en aquel avión por fin aterrizaron en París, era de mañana así que llegaron justo a tiempo para desayunar, como Altagracia había avisado de su llegada a la persona encargada de cuidar del departamento, ni bien llegaron el desayuno estaba puesto en la encimera de la cocina como si fuera un bufete, Altagracia les designó sus cuartos que estaban en la planta baja mientras que el suyo se encontraba arriba, Matamoros se encargo de subir sus maletas mientras que ella aprovechaba para descalzarse y deslizarse hasta el balcón donde la muchacha ya había preparado todo pues conocía a su jefa, le encantaba desayunar afuera.

El clima estaba agradable así que era perfecto para desayunar y desconectar un poco su cerebro, aprovecho el viaje entero para llorar en silencio por unas buenas horas, luego usaba las compresas frías para que la inflamación en sus ojos bajara y pudiera verse como un ser humano normal, en lo que desayunaba tranquilamente viendo la espectacular vista, trataba de programar su cerebro para adecuarse más rápido, estaba en París una de sus ciudades favoritas debido al arte y el acceso a sus marcas favoritas, sin mencionar que una gran parte de la lista de clientes se encontraba aquí.







– Hola, sé que allá es algo tarde pero como lo prometí — apoya el teléfono en su taza — Llamó para avisarles que llegue bien y que ya estoy en el departamento

– Ay que alivio porque cuando se fueron el clima se puso horrible, Isa y yo nos preocupamos

– Salimos bien así que no nos tocó lidiar con la tormenta

– ¿El departamento sigue igual tía?

– Igualito mi amor, ahora te lo enseño — voltea la cámara

– ¡Ay extraño la vista! Debí ir contigo

– A la próxima te traigo mi cielo — ríe bajo — Bueno adentro están Matamoros y Baltazar, también desayunando

– Me alegra que los llevaras contigo — dice Regina — Así estaré más tranquila, París se volvió peligroso con todos esos ladrones por ahí

– Tranquila que me van a cuidar bien

– ¿Qué vas hacer después de desayunar tía?

– Iré a La Constructora para poner las cosas en orden y luego al Louvre para ver como van







Hablo por otro par de minutos con ambas para luego dejarlas descansar, de hecho planeaba hacer lo mismo al menos por una hora, el viaje la había dejado agotada; al terminar con su desayuno se acercó a Matamoros y Baltazar para avisarles que recién dentro de dos horas planeaba salir así que ellos podrían descansar también lo que agradecieron pues aunque ellos si durmieron bastante, el avión no es cómodo nunca, aunque antes de hacer eso Matamoros se encargo de contratar el equipo necesario para escoltar a su jefa y mantenerla a salvo.

Por otro lado Altagracia cayo rendida sobre su cama ni bien se recostó, desearía poder decir que durmió de lo más lindo pero no en especial porque la alarma había interrumpido tan bello momento con su almohada, se dio una ducha abandono su peluca para traer el cabello al natural y se puso un bello vestido verde con grandes aberturas a los lados, de hecho se podían hacer más grandes gracias a los lazos colocados estrategicamente en la zona de sus caderas, decidió que era un buen día para usar verde, eso inevitablemente le hizo pensar en el anillo que José Luís le había dado, uno que seguía usando claro.

°•°•Perfidia°•°•Where stories live. Discover now