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Lamentablemente para mi salud mental compartía demasiadas clases con Demetria

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Lamentablemente para mi salud mental compartía demasiadas clases con Demetria. Nadie podría sufrir un castigo tan cruel como tener que escuchar todas las cosas que salían de su boca con tal rapidez.

Estábamos en la clase de Matemáticas. El profesor había tenido que salir por un momento, logrando que el salón se convirtiera en un completo caos. Todos hablaban con sus amigos y podía escuchar el nombre de Alexander por todos lados. El nombre siempre estaba acompañado de la palabra fiesta y no pude evitar sonreír.

Demetria se acercó hasta mí. Se sentó en el pupitre frente al mío y se cruzó tanto de pies como de brazos. Levantaba una ceja, eso era mala señal. La mire abandonando la poca alegría que había logrado tener y ella soltó un bufido.

—Corre un pequeño... Bueno, en verdad es un rumor demasiado grande, maldita sea —musitó—. Mira, Orion, si no te conociera diría que podría llegar a ser cierto Pero dudo mucho que lo sea sabiendo que durante años te has negado a ir a fiestas conmigo.

Quería decirle que el problema no eran las fiestas, sino ella. Pero preferí callar para no hacerla sentir mal. La verdad es que era una chica demasiado sensible, una que se echaría a llorar por cualquier bobería.

—No es un rumor —aclaré sin verla a los ojos—. Es cierto, Demetria. En realidad no sé qué es lo que andan diciendo todos estos imbéciles. Solo sé que Alexander hará una fiesta y me pidió ayuda. Es todo.

Solo debía de encontrar la forma de conseguir las llaves del campo de Football sin que el Director se enterase. Esa era mi única participación en todo el asunto. Ni si quiera sabía si me quedaría en la fiesta. La idea de que asistieran famosos era bastante tentadora, pero si pasaba mucho tiempo fuera de casa mi madre se volvería loca, otra vez.

—Esto tiene que ser una jodida broma —masculló. Ni si quiera sabía porque estaba tan molesta con esto—. Es una broma, ¿verdad? No pueden hacer una fiesta aquí. Los van a expulsar a ambos.

Lo más confiable es que yo sería expulsado. En cuanto el príncipe... Por favor, era justamente un puto príncipe, ¿a qué idiota se le ocurriría expulsarlo? Estaría en todos los telediarios y le quitaría la medalla de honor a la escuela. Perderían lo único que entonces les estaba haciendo ganar más alumnos y reputación.

—Demetria, me da igual lo que suceda. —rumié.

Ella negó la cabeza y miró a sus amigas que se susurraban secretitos tontos. Por lo general sus amigas eran unas idiotas conmigo, sobre todo porque eran las típicas pubertas que querían ser el centro de atención. Como el de ellas había miles, pero había uno que destacaba. El grupo de Allison era el que más atención recibía y al que todas querían estar; eran las reinas de la escuela, una bobera impresionante.

—Ese chico solo lleva unos días aquí y ya te convirtió en otra persona. —dijo Demetria cada vez molestándose más por el asunto. Mientras, yo seguía sin comprender aquel comportamiento.

Lágrimas azulesWo Geschichten leben. Entdecke jetzt