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Miles de cámaras me apuntaban, los micrófonos se acercaban a mi cara y miles de preguntas revoloteaban por aire

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Miles de cámaras me apuntaban, los micrófonos se acercaban a mi cara y miles de preguntas revoloteaban por aire. Sabían lo que querían saber: si no soy gay, ¿por qué hay una nueva foto mía besándome con un chico? No podía decir que estaba ebrio, no podía decir la verdad, estaba acorralado una vez más. 

Pero entre todas los gritos, uno resaltó.

—¿Acaso su novio sabe de esto? —preguntó una periodista, acercando más su micrófono a mí. 

Orion estaba detrás de mí, espantado y sin comprender nada de lo que sucedía. 

—¿Novio? —pregunté sin comprender nada. 

—Daniel Brunce ha sacado unas declaraciones diciendo abiertamente su noviazgo. —explicó otro periodista, buscando mi reacción. 

¡¿Qué hizo qué?! 

Comencé a tartamudear, no sabía que hacer o que decir. Parecía haber olvidado completamente como hablar. 

—¿Él es tu nuevo novio? —preguntó otro más. 

Orion me miró, esperando que yo aclarara todo el asunto. Pero simplemente no podía, quería irme a llorar a un rincón y huir como un niño pequeño. 

Para mi sorpresa, Orion tomó uno de los micrófonos. Viendo mi desespero, decidió salvarme, haciendo lo que no quería para nada: Exponerse. 

—Hola, si —comenzó a decir un poco tosco—. Quiero decir que yo soy el chico de la nueva foto y el príncipe y yo estamos intentando tener algo. Creo que no es mucho pedir que se metan en sus vidas y nos dejen tener una vida normal. Él solo quiere ser feliz, creo que deberían dejarlo en paz, ya sufrió bastante. 

Realmente había sido lindo escucharlo decir eso, pero solo provocó que miles de preguntas más surgieran. 

—Ya no responde preguntas, gracias. —les cortó Orion, tratando de alejarme de todo lo  que sucedía.

¿Qué estaba pasando? 

De la absoluta nada, Gary apareció en escena, me tomó del brazo y empezó a empujar a los periodistas que rondaban por todo el lugar. Vi sobre mi hombro a Orión, quisiera de alguna forma que también lo sacara de allí pero él simplemente me sonrió y se quedó de pie, esperando que lo invadan a él de preguntas para que tuviera más tiempo de alejarme. 

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Abrí la puerta de la casa desganado. Gary no había dicho ni una palabra, pero todo el revuelo me estaba desquiciando. Estaba por echarme en el sofá y solo usar mi celular por horas. Quería agradecerle a Orion la extraña forma de salvarme que tuvo, aunque estaba demasiado confundido por su descaro. 

Estaba sacándome los zapatos cuando se apareció delante de mí. No podía ser cierto. Mi padre estaba allí, con los brazos cruzados y mirándome fijo. 

Lágrimas azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora